Cambiando la historia

Revista EcclesiaJosé Antonio Rosado

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Lo estamos viendo. La muerte de George Floyd a manos de una brutal e indefendible actuación policial ha sido la excusa perfecta de algunos para su propósito.

¿Cómo es posible que lo que era una respuesta a un acto criminal acabe siendo un movimiento radical que ya nada tiene que ver con su origen? Hemos asistido atónitos a una turba de personas que derruían y atacaban todo tipo de estatuas desde los primeros europeos que pusieron sus pies en el "nuevo mundo" hasta atacar a Miguel de Cervantes, Wiston Churchill e incluso estatuas de Abraham Lincoln. Pero no entraré a repasar sus figuras y sus aportaciones al mundo. Quien en este momento lo desconozca, será porque así lo quiere y no porque no pueda saberlo.

La historia no se puede juzgar con las herramientas del presente. Se puede analizar, se puede estudiar pero jamás se debería revisar con el ánimo de elegir qué es bueno y qué merece ser sentenciado. Abrir ese melón, es abrirlo para todos y creo que una sociedad no debe perder esfuerzos y tiempo en eso, más bien en pensar un futuro mejor, que con la que nos está cayendo, más nos valdría. Se cree que los que fueron a América hace más de cinco siglos fueron los primeros en ser malos malísimos. Verán, allí, en aquel continente, quienes lo habitaban también sometieron, castigaron e impusieron a otros grupos. Y nadie pide que se borre su historia. Antes incluso, a modo de ejemplo, en nuestro país, hoy España, antes con diferentes nombres, fue saqueada e invadida por diferentes clanes, donde suevos, vándalos, fenicios, godos, alanos, cartaginenses, romanos, judios, musulmanes intentaron sin éxito unas veces y otras con gran triunfo, aplastar a quienes se oponían a sus pretensiones. Eso, como digo en España. Imaginen ahora otras partes de Europa, África o Asia antes del predominante dominio europeo tras el "descubrimiento de América". ¿Actuamos ahora como esos que están derribando todo homenaje o recuerdo a quienes fueron valientes, intrépidos, pioneros, ilustrados o eruditos en su época? Empecemos, pero nadie quedará vivo. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a una persona por lo que hizo hace 500, 700, 1000 o 2000 años? ¿Conocemos su contexto? ¿Sabemos por qué se actuó así? De seguir en esta línea, llegará un día en que condenemos a aquella civilización que descubrió la rueda, porque ¡claro, son los culpables de la actual contaminación!.

La muralla china nos horrorizaría si se levantase ahora para separar a unos de otros, pero pensemos por un momento por qué se tuvo que levantar. Ahora probablemente no queramos conquistar nada, pero en la época de las conquistas, si no lo hacías tú, lo hacían otros y quizá incluso lo harían contra ti. Es tan peligroso reescribir la historia o enjuiciar a sus protagonistas que resulta incluso cobarde y mezquino hacerlo ahora. Admiremos la historia tal y como es, con sus errores y aciertos, pero sin dictaminar. Somos hoy lo que somos y estamos donde estamos por nuestra historia. Si hiciéramos caso a quienes la quieren eliminar, quizá deberían ser ellos los primeros en irse de donde están y encerrarse en su tribu. La ignorancia de algunos, una vez más, quiere imponerse. Esta es otra forma nueva de colonizar a quienes no estamos en su misma página, pero aquella época ya pasó. O no.

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