¿Cuál es el apagón al que se refiere el Evangelio de este domingo?

El periodista y sacerdote Josetxo Vera, explica en 'Chateando con Dios' por qué estamos ante los últimos días del Año Litúrgico y el significado del final de la vida

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En este mes de noviembre estamos celebrando el final del año de las celebraciones de la Iglesia, del Año Litúrgico. Para nosotros, el año comienza con la llegada del Adviento, que son los cuatro domingos que prepara la Navidad.

En este contexto del final de los tiempos, del otoño en el que cae la hoja y tenemos miedo a un posible apagón, llega la Lectura del domingo que nos hablan precisamente de un gran apagón, correspondiente al final de los tiempos.

En la Primera Lectura del libro en la profecía de Daniel se hace referencia al final de los tiempos. Habla de unos tiempos difíciles, como no se conocieron antes en la historia de las naciones. No creo que el final llegue ahora, pero está bien que los cristianos lo consideremos.

Nos habla de tiempos difíciles mientras que, el Evangelio, habla del apagón del sol y las estrellas que, al dejar de brillar, produce la oscuridad. En estos momentos finales, lo que anuncia la Primera Lectura y el Evangelio es que vendrá el Señor y los ángeles para reunir a los que van a ser salvados.

Es interesante, porque pensamos que todos nos salvamos, que es algo universal y se propone para todo el mundo, y no es verdad. La salvación es un don que Dios ofrece y cada uno acoge o rechaza con sus obras. Dios respeta la libertad.

La salvación, el estar inscritos en el libro de la vida, es una decisión personal. Lo que dice el libro de Daniel y el Evangelio del domingo es que esa salvación es un don que Dios ofrece y se acoge libremente. Por tanto, no hay sorpresas, cada uno sabe en esta vida si vive de cara o de espaldas a Dios. En ese libro se dice que volveremos a una vida eterna y, otros, a una muerte eterna.

De lo que nos habla el profeta es del final de los tiempos, donde efectivamente todos recuperamos nuestro cuerpo, que se ha disuelto después de morir. Ese cuerpo recuperado, nuestra identidad completa, cuerpo y alma, será destinado a una muerte o vida eterna. Nosotros, que luchamos por estar inscritos en el libro de la vida, sabemos que el Señor recogerá a su pueblo para la salvación.

¿Cuando será ese final? El evangelio dice que no lo sabe nadie, ni Jesús. Solo el Padre. Los signos nos hacen pensar que no está cerca. Es posible que no estemos vivos cuando llegue, pero nuestro particular final lo vamos a vivir. Por tanto lo tenemos que preparar. La Iglesia nos anima en este final de año litúrgico a encaminarnos a una vida eterna.

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