La pregunta que nos deja el Evangelio de este domingo: "¿Quién dice la gente que soy yo?"

El periodista y sacerdote Josetxo Vera nos da las claves del Evangelio de este domingo, 12 de septiembre, en 'Chateando con Dios'

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El Evangelio que vamos a escuchar este domingo en la Santa Misa tiene una narrativa bastante original, bucólico-pastoril. Está el Señor de paseo con los apóstoles y comentan juntos cómo va la vida. El Señor les pide qué piensa la gente sobre Él y le van dando respuestas.

Esa pregunta, “¿quién dice la gente que es Jesús?", la podemos hacer a nuestros contemporáneos o mirar en las declaraciones en los periódicos o en las películas. ¿Quién dice la gente que es Jesús? Para mucha gente hoy un completo desconocido, no saben nada de Jesús. Después de ese comienzo de conversación el Señor les pregunta a ellos: “¿Y vosotros quién decís que soy yo?”.

Me parece que esta es la pregunta que cambia la vida de un cristiano. Hay mucha gente que vive como cristiano y se tiene que plantear esta pregunta. ¿Qué respuesta puedes dar tú a esta pregunta? Es un hombre listo de su tiempo, es un sabio, es el Mesías, es el Hijo de Dios. Cada uno puede dar una respuesta distinta, pero no cabe duda de que depende de la respuesta que des cambia tu vida en una dirección u otra.

De hecho, Pedro le responde: “Tú eres el Mesías”. Lo que había de ser un paseo pastoril y agradable, acaba como el Rosario de la Aurora. El Señor les empieza a decir que el Mesías tiene que padecer mucho, va a ser condenado, crucificado y va a morir. Esa implicación de la fe en el Mesías a Simón Pedro le revuelve por dentro y escucha las palabras más duras del Evangelio: “¡Ponte detrás de mí, Satanás!”. Se lleva el pobre Pedro un rapapolvo brutal. Tenían que ser muy buenos amigos Pedro y el Señor para que ese rapapolvo no acabara rompiendo nada, sino que fuera el comienzo de una relación cada vez más cercana que acabaría llevando a Pedro a ser la cabeza de la Iglesia, la roca sobre la que el Señor iba a fundar la Iglesia.

Simón Pedro tiene una fe que lleva a la cabeza, pero no acepta las obras que son consecuencia de la fe. La fe se manifiesta en obras. Si este es el Mesías, tu vida tiene que cambiar, tu forma de tratar a tus amigos, tus familiares, a las personas con las que trabajas. No se puede tener una fe abstracta y teórica, sino que tiene que ser una fe que se manifiesta en obras.

Es precisamente de eso de lo que habla Santiago en la Segunda Lectura de este domingo: “¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?”. La consecuencia de que el Señor es el Mesías quiere decir que tiene que morir y resucitar para cumplir su misión de ser el Cristo. La fe se manifiesta en obras.

Pedro acogía la fe, pero no estaba dispuesto a las consecuencias de esa fe. Ahora nos toca a nosotros pensar quién es el Señor y luego si estamos dispuestos a aceptar las obras de la fe que son muy concretas. Santiago pone un ejemplo: “Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: «Id en paz; abrigaos y saciaos», pero no les da lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro”.

Nos toca a nosotros responder con una fe que se manifiesta en obras. Así haremos visible que nuestra fe tiene que ver con la vida real, que nuestra fe se manifiesta en obras concretas. Jesús es el Señor no son cuatro palabras que sostienen cualquier verdad, significa que tu vida cambia y esa vida nueva se manifiesta en obras nuevas.

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