Tintín para profesores

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Los mejores libros son aquellos que despiertan en el lector el deseo de saber más, y todos los que saben evocar tiempos felices, idealizados en el recuerdo, de la infancia y de una familia acogedora. Si además la cultura se abre en esos libros en abanico y brotan las referencias al cine, el arte, la literatura o la música, será un placer leerlos. Y es que no son libros de datos acumulados sino de vivencias, que el autor sabe compartir con sus lectores. Una de estas obras, recién publicada, es Retrato del reportero adolescente. Un paseo por el siglo XX (ed. PPC), escrito por el profesor y crítico literario Rafael Narbona.

En principio, se diría que es un análisis riguroso de uno de los grandes personajes del comic, Tintín, creación del dibujante y guionista belga Hergé, seudónimo de Georges Rémi. Pero es mucho más que eso. Narbona revisa minuciosamente sus 24 álbumes, desde Tintín en el país de los soviets a Tintín y los pícaros, que suponen más de medio siglo de creación artística y cuyos escenarios presentan toda una serie de destacados acontecimientos del siglo XX, desde finales de la década de 1920 hasta mediados de la de 1970. Sin embargo, el planteamiento de la obra es muy original. El autor introduce una trama novelada en la que él mismo entrevista en una residencia de Bruselas a un nonagenario, conocido como Niemand, y que le recuerda mucho a Tintín. Por un momento llega a creer que es el propio Tintín, aunque sabe bien que es un personaje de ficción.

Después de leer este libro, me gustaría hacer un llamamiento a profesores de historia, literatura, arte e incluso de filosofía, pues Narbona es filósofo. Le diría que lo recomienden a sus alumnos para que aprendan historia del siglo XX. Profundizarán, gracias a Tintín, en el estalinismo, el nazismo, el colonialismo, la Segunda Guerra Mundial, la guerra fría, la descolonización, las dictaduras latinoamericanas, la carrera espacial… Pero como es una obra que despierta el deseo de saber más, los alumnos deberían ir de inmediato a la lectura de los álbumes de Tintín, que, sin duda, es una de las cosas que Rafael Narbona pretende. Les resultará simpático el joven reportero belga y su inseparable compañero, el perro Milú, y quizás se pregunten qué es un boy scout, el modelo de Tintín, y por qué tiene que hacer buenas acciones a lo largo del día.

Además, un profesor de literatura debería estar encantado con un libro que, entre otros, les hablaría a sus alumnos de Verne, Poe, Conan Doyle, Stevenson, Kipling, Orwell, Borges, Savater o Pérez Reverte, en una continua invitación a unas lecturas que plantean grandes interrogantes sobre el ser humano. ¿Y qué decir del cine? No está ausente en esta obra porque en ella se habla de actores, películas y directores. Se menciona a Chaplin, Keaton, Laurel y Hardy, Griffith, Hitchcock, Spielberg… Y nunca se hace al margen de las aventuras de Tintín, porque todas ellas son esencialmente cinematográficas. Por sí mismas evocan la magia del cine. Por lo demás, un profesor de arte se mostrará satisfecho por las alusiones a genios de la pintura: Holbein el Joven, Ingres, Dégas, Toulouse Lautrec… Ellos y otros artistas interesaron a ese apasionado del dibujo que fue Hergé, incapaz de comprender por qué algunos pintores contemporáneos despreciaban el arte de dibujar.

Por último, un profesor de filosofía, que no esté prisionero de una mentalidad relativista, encontrará en Tintín a un personaje que sabe enseñar una pedagogía de la vida, que demuestra una profunda humanidad frente a los ídolos ciegos y sordos del nacionalismo, el racismo o los totalitarismos.

Retrato del reportero adolescente tiene además una cualidad muy proustiana: la de evocar ambientes y sensaciones en el espacio y en el tiempo. Sin duda, los comics de la infancia, pero también, sin ir más lejos, la imagen de una Bruselas lluviosa y encapotada, de la que hay que ponerse a cubierto recorriendo los escaparates de la galería Saint Hubert.

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