La experiencia traumática que finalmente cambió la vida -para bien- a esta joven

Un problema familiar hizo que Iranzu se perdiera, hasta que finalmente fue lo que le ayudó a ser feliz

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Iranzu Domínguez tiene 28 años. Es la tercera de cinco hermanos y ha vivido en distintos lugares de España. El portal 'Jóvenes Católicos' recoge su testimonio, en el que relata cómo vivió una dramática experiencia.

"Soy Iranzu Domínguez, tengo 28 años y soy la tercera de cinco hermanos. Mis padres son argentinos y cada uno hemos nacido en ciudades diferentes; nos hemos mudado varías veces, Navarra, Tenerife, Ciudad Real …

Nací en una familia muy normal, de hábitos católicos pero nada fuera de lo común: bendecíamos la mesa, íbamos a un colegio de monjas, acudíamos el domingo todos juntos a misa … Parecíamos una familia ‘perfecta’…

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Pero la ‘Santa Cruz’ llegó a mi familia en Noviembre de 2016… Mis padres nos comunican que se separan, que es insostenible la situación que hay en casa y que han tomado esta decisión para que la cosa no vaya a más… Claro, mi idea de familia maravillosa, se destruye…

En ese entonces, solo vivíamos en casa mi hermano mayor de 28 años y yo que tenía 25. Aquello era vivir en un tsunami constante… una locura… tampoco tenía a ninguna de mis hermanas en casa para compartir esto, así que, cada vez se me hacía más dura la situación…

A partir de ese momento, recuerdo que estuve enfadada con Dios un par de meses, pensaba que Él era el culpable; no podía entender por qué había destruido mi familia ‘perfecta’.

Pero al poco tiempo volví a Él… Fue a principios de 2017

En ese entonces, mi relación con Dios era muy mundana; lo había sido toda la vida y por ahora no cambiaba nada: iba a misa los domingos y poco más, ni de lejos sentarme a rezar aunque fueran cinco minutos, y mucho menos rezar el Santo Rosario …

En Junio de ese año me mudé por trabajo a Barcelona y pensé: qué buena oportunidad para bloquear esta situación y empezar mi vida de nuevo alejada de lo que era mi cruda realidad…

Seguía sin entender cómo mis padres estaban separados

El principio de esta nueva etapa fue maravillosa: ciudad, gente, trabajo nuevo… vamos, la situación perfecta para tapar esa herida que tan roto me tenía el corazón. Seguía sin entender cómo mis padres estaban separados … ¡era verdad!

Pero Dios jamás se olvidó de mí…

Todo empezó en Octubre de ese mismo año… Vivía (y actualmente también) muy cerca de una parroquia en la que hacía muy poco tiempo, Hakuna ( para los que no sabéis qué es, nos juntamos jóvenes en una parroquia y hacemos media hora de adoración y charla formativa sobre un tema actual o alguien viene a contar su testimonio) comenzaba a instalarse. El sacerdote que lo dirigía ( y a día de hoy también) es muy joven así que pensé que sería bueno elegirle como director espiritual ( es como un psicólogo pero del alma). He de decir que no fue una decisión muy meditada… se lo comenté y el aceptó… todo muy sencillo…

Lloré muchísimo… no sabía muy bien qué me pasaba

Recuerdo que fue un día tras acabar una misa en la que lloré muchísimo… no sabía muy bien qué me pasaba…

El plan con el sacerdote era reunirnos una vez al mes; yo le contaba mi vida y él muy amablemente me iba guiando hacia el Señor.

Eran cosas muy sencillas: empezar a ir a misa, a ser posible, diariamente, a hacer un ratito de oración, a rezar el Rosario ( cosa que no hacía porque me costaba mucho), leer libros de algún Santo… pero sin ningún agobio… todo con mucha paz y si algo me costaba demasiado, lo comentábamos y me aconsejaba cualquier otra cosa… lo importante era no agobiarse e ir poco a poco acercándose a Dios…

Ahí comenzó mi pequeño camino de conversión…

Un día charlando en la dirección espiritual, me propuso hacer el Retiro de Emaús.. era Noviembre de 2018, obviamente le dije que no… no sabía lo que era y yo pasaba de cosas raras…

A los tres meses, en Enero de 2019 me lo volvió a plantear … y ya por no decirle que no de nuevo, acepté…

Llegué a ese retiro a finales de Febrero, sola y sin conocer a nadie … con un poco de intriga y a la vez algo de miedo, pero tranquila porque me fiaba de quien me había invitado… al fin y al cabo ya llevaba un año charlando con el sacerdote y jamás me invitaría a algo que no fuera bueno para mí.

¡Ese fue el mejor fin de semana de mi vida! Tuve una experiencia muy fuerte con Dios, y a partir de ese momento, mi corazón diminuto y duro, comenzó a cambiar muy lentamente… Dios lo estaba puliendo …

Si hacer ese retiro fue el principio de mi conversión, servir en el retiro en el que participó mi madre a los tres meses, fue otro gran paso en este camino hacia Él… Vuelta Dios a acariciarme.

El siguiente paso fue ir a un festival de jóvenes ese mismo verano en Medjujorge… un pequeño pueblo en Bosnia Hezergovina donde se aparece la Virgen…

He de confesaros que no tenía ningún tipo de interés ni motivación por ir a ese pueblo diminuto perdido entre las montañas de aquel país, y menos pensando que iba a pasar mucho calor porque el festival se celebra en Agosto… Pero la Virgen que es muy sabia, me fue llamando durante los meses anteriores así que finalmente encontré un grupo y decidí ir a pasar allí los cinco últimos días del festival … ¡vaya sorpresa que me tenía preparada la Virgen! Con razón tenía tanto interés en que fuera ( eso es para contar en otro testimonio)

Vuelta Dios a acariciarme…

De Medjujorge vengo nueva y con muchas ganas de seguir conociendo a Jesús. A partir de ahí, no he fallado ningún día a la Virgen: rezo el Rosario diariamente aunque a veces me cueste…

En Septiembre, cuatro amigas participan en el retiro de Emaús. Como he mencionado anteriormente… vuelta Dios a acariciarme … cada retiro que he servido me he ido acercando un poco más a Dios.

En todo ese año, empiezo a ser mucho más constante en mi relación con Dios: oración y misa diaria, el Rosario… y muy poco a poco he podido experimentar cómo Dios ha ido conquistando mi corazón… Él capacita a los que elige y es lo que sigue haciendo conmigo día a día… aunque yo le falle, ¡Dios siempre me está esperando!

Me siento muy identificada con lo que dice el profeta Oseas 2,14: “ la llevaré al desierto y le hablaré al corazón”.

Para mí ese desierto ha sido Barcelona, lejos de mi familia y amigos, pero es impresionante cómo Dios muy sutilmente y con toda mi libertad, ha ido entrando en mi vida… y sanando esa gran herida que tenía.

Es maravilloso poder descubrir que sólo Él sana esas heridas y que llevar la Santa Cruz (en mi caso fue la separación de mis padres) a su lado, es posible… porque Él me acompaña, me siento amada, sé que está presente, y me muestra que no estoy sola en este camino que es la VIDA, que Él sigue conmigo.

¡Si Jesús no se bajó de la Cruz, yo tampoco!

Lo único que tenemos que hacer es dejarle entrar en nuestro corazón porque ‘Él hace nuevas todas las cosas’.

Quiere regalarnos un corazón nuevo para poder perdonar y amar de verdad.

Esto es lo que está haciendo conmigo… ¡No le dejéis nunca y acudid mucho a la Virgen que de su mano, todo se puede!

Y para terminar, contaros que mis padres siguen separados, pero que Dios sabe más… Os pido oraciones por ellos: Sergio y Eli.

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