"El Señor se acerca al ciego por misericordia, porque le quiere"

En 'Chateando con Dios' el periodista y sacerdote Josetxo Vera nos da las claves del Evangelio de este domingo

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En este momento de confinamiento, todo está cogido por pinzas y se sostiene gracias a Dios.Ya veremos como salimos de esta situación, pero mientras tenemos la esperanza puesta en el Señor. En este tiempo tan difícil, la Iglesia ha manifestado su cercanía con los enfermos por el coronavirus, con ese signo tan hermoso de conceder la indulgencia plenaria a enfermos, familiares, los que no pueden salir de casa...

Pese a que estemos en un momento de desgracia, hay una luz, la de la gracia de Dios, para todos nosotros. El Señor se nos manifiesta a través de la Iglesia, como Señor de la misercordia. Es lo que ocurre en el Evangelio de este domingo que ha comentado en 'Chateando con Dios' el periodista y sacerdote Josetxo Vera. 

Se trata de un Evangelio en el que se hace visible en la celebración de la Eucaristía la misericordia de Dios, que se acerca a un ciego que encuentra en medio del camino y, sin que medie una oración o petición de nadie, el Señor se acerca, hace barro con la saliva, se lo pone en los ojos y el ciego empieza a ver. Es un regalo de la misericordia de Dios. Lo hace porque nos quiere. 

A partir de ahí se organiza un lío, porque empiezan a pedir explicaciones al ciego de quien le ha curado. El ciego explicó con naturalidad lo ocurrido, y remarcó que para él, este señor (Dios), es un gran señor. Los fariseos y gente de su entorno es incapaz de ver el signo de Dios. La lectura que extraemos de todo esto es que tu, que eres un pecador, puedes recibir mucha misericordia de Dios. Todos tenemos que tener la esperanza de sentir a Dios cerca. 

Justo al final de este Evangelio, se produce un pasaje muy parecido al de la Samaritana del pasado domingo, que es el reconocimiento de que están junto al Señor. El invidente le preguntaba... "¿Quién eres para que yo crea?" A lo que Jesús respondió: "Lo estás viendo". El ciego no lo podía ver hasta ese momento. A nosotros nos pasa igual a veces, que no reconocemos a Dios, quizá por una vida despegada del Señor, el poco trato con él o una relación distante. 

Ojalá, como este ciego, podamos reconocerlo. El Evangelio nos enseña a contemplar con una mirada nueva al Señor. A redescubrir al Señor, que pasa por nuestro lado en tantos momentos de la vida. Y nos damos cuenta de que, gracias al pecado, vendrá la misericordia y la gracia de Dios. El pecado no tiene la última palabra, si no que es el camino por el que llega la misericordia. 

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