Encuentros con Jesús de Nazaret

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Escribíayo aquí, en 2014, a propósito del libro Seminarista de Santiago Chivite, que se le notaba enormemente agradecido con la formación espiritual y académica recibida por él y por su generación y otras cercanas a la suya, que poblaron los seminarios de los años 50, 60 y 70 del siglo pasado. Y añadía también que aquellos seminaristas aprendieron a ser responsables en el puesto que luego les tocó desempeñar en la sociedad y en la Iglesia. Pues bien, el periodista y cristiano, Santiago Chivite, que ya dio a la luz hace dos años su libro Conversaciones con María, vuelve ahora con Encuentros con Jesús de Nazaret (Editorial San Pablo).

Nunca como en este libro tienen sentido más cabal los numerosos momentos salpicados de anacronismos, pues son la justificación perfecta de la actualidad perenne del encuentro con Jesús por parte de cualquier ser humano. Basta con que el lector se sumerja en la lectura de las cinco páginas del primer capítulo para que se dé cuenta del camino a Emaús que vive todo hombre y del sentido transformador que supone vivir en profundidad ese encuentro con el Maestro, que continúa presente en medio de nosotros de modo sacramental y misterioso. Luego continuará la lectura siguiendo los hitos de una historia no por sabida menos sorprendente.

En estas páginas no hay argumentaciones o espesas consideraciones teológicas, sino sentimientos que afloran religiosamente tras una lectura reflexiva del mensaje contenido en los evangelios. Tampoco hay exégesis de la multitud de escenas, parábolas y milagros que nos resultan conocidos, pero se advierte que el autor está al tanto de los comentarios y observaciones de los especialistas; en algunos momentos, ilustra al lector mediante breves anotaciones o citas aportadas a pie de página, es decir, bibliografía consultada que no interrumpe la narración.

Este libro es un diario, mejor, un reportaje, escrito por un buen periodista y un periodista bueno, a propósito de su encuentro con Jesús, el mismo Jesús, cuyos hechos y dichos conocemos por los evangelios. Está escrito, como se suele decir, con lenguaje periodístico. Su claridad, sencillez y pulcritud son lo más evidente; mirando a los adentros, está un Jesús, siempre actual y presente junto a nosotros, dándonos a conocer su mensaje de salvación.

Podría afirmarse que no encontramos en estas páginas catequesis, pero sí pedagogía —el estilo es el hombre— y, sobre todo, reflexión ante la enorme riqueza contenida en los cuatro relatos evangélicos para ejercitar las virtudes que implica el seguimiento de Jesús de Nazaret. Para este menester no son primordiales el rigor de las argumentaciones teológicas, ni la obligatoriedad de las prescripciones litúrgicas, ni la fuerza imperiosa de los cánones del derecho eclesiástico.

Es un libro para leerlo despacio y gozarlo. Lo antedicho: lean el primer capítulo, maravilloso desde todos los aspectos, y verán cómo se animan a continuar. Los escritos introductorios no resultan imprescindibles al respecto.


Una recomendación de Miguel de Santiago


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