Estas son algunas canciones para ponernos en modo Adviento

Nico Montero nos ofrece una playlist de 17 canciones llenas Esperanza en tiempos de pandemia

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Nos adentramos en el Adviento en tiempos de incertidumbre, y en muchos casos, de desesperanza. La Pandemia ha generado mucha desolación, muerte y dolor en todas las latitudes del planeta. Sus devastadores efectos económicos han llevado a la quiebra a muchos negocios y por ende a muchas penurias y calamidades para tantas familias que no llegan a fin de mes, aumentando la frustración al tiempo que se esfuma la esperanza. En esta indeseable coyuntura, el Adviento irrumpe en escena para interpretar los signos de los tiempos con los ojos de la Fe, y se nos regala como la oportunidad de un tiempo para poner en manos de Dios toda la desesperanza acumulada, desde una plegaria profunda y solidaria.





En estos tiempos, más que nunca, el Adviento nos conecta con la experiencia de los profetas y del Pueblo de Dios. La llegada del Señor está próxima, y nuestra espera no es pasiva, sino dinámica, solidaria y comprometida. Encendamos 4 velas: la vela de la Fe en estos tiempos de hartazgo, la vela de la Esperanza en estos tiempos de desconsuelo, la vela de la Conversión, en tiempos de cansancio, y la vela de la Solidaridad, en tiempos de precariedad. Fe, Esperanza, Conversión y Solidaridad.







Nuestra esperanza no es pasiva ni egoistona. Es activa, solidaria y dinámica. Pedimos que Venga el Señor y su Reino de Justicia, y preparamos el camino al Señor con nuestro compromiso vital y sincero con los más desfavorecidos y con quienes nos topamos en lo cotidiano. El Adviento es mucho más que encender cuatro velas. Es comprender de una vez por todas que Jesús se encarna, y en ese misterio, estamos llamados a descubrir en cada ser humano el rostro de Dios, y a encarnarnos en los tiempos, en las realidades donde estamos llamados a ser anuncio de la Esperanza, con nuestra fe y con nuestras obras.







Adviento, un año más. Porque siempre hay necesidad de Dios, de su presencia, de su calor. Porque necesitamos que venga, que esté con nosotros, que se quede. Adviento para preparar la navidad, para comprender en el sentido de las fiestas que vendrán, para profundizar en lo superficial, para valorar lo gratuito en medio del consumo, para saborear la ternura de un Dios hecho niño. Para acompañar a María, la que mejor supo esperar y preparar el camino. Mi oración en este tiempo es la de toda la Iglesia, no tiene nada de original: Maranatha, Ven Señor… Como grito, lamento, susurro y deseo. Saborear este tiempo de espera y esperanza… y hacerlo cantando





Si eres pobre: ¡Alégrate de corazón! Ha nacido un Niño pobre en un portal, frágil y débil, envuelto en pobres pañales, recostado sobre pajas en un pesebre. Prepara tus caminos y también la Navidad, con el alma limpia y con ganas de paz.

Si eres joven: ¡Corre a su encuentro! Ha venido para salvarnos. No podemos quedarnos pasivos y de brazos cruzados. El está siempre muy cerca. Ha salido agua en el desierto y todo está verde como una pradera. Entra en tu interior y cambia tu vida vacilante y rutinaria por una entrega gozosa y alegre. No te canses y saca fuerzas para caminar al encuentro del Señor.

Si eres adulto: ¡Lucha por altos ideales! Estamos en el punto central de la esperanza cristiana que nos da el sentido de la Historia inaugurada por el nacimiento de Cristo. No debe cogernos de sorpresa como ocurrió a los judíos hace 20 siglos. Si viene Cristo, el reino que Él predicaba aparecerá ante nosotros con fuerza y empezará a hacerse realidad creciendo cada día hasta llenarlo todo para llegar a la plenitud.





Si eres anciano: ¡Recoge el consejo de los años! Nuestra vida actual con Cristo es una marcha en la noche de la cual vamos haciendo la meta final que se abre con una aurora de eternidad. Jesús ha prometido a sus discípulos volver para instaurar el reino triunfal y definitivo de su Padre. El Adviento es una anticipación de ese último día. Siempre puede ser Navidad.

Si eres religioso o religiosa: ¡Él es el Esposo! Lo decimos, lo cantamos, lo rezamos, lo gritamos. Queremos y amamos tu presencia salvadora. El que todo lo puede llenar de dicha, de plenitud, es Jesús. Él es, consciente o inconscientemente, objeto de todos los grandes deseos humanos. De día y de noche, esperamos al Esposo que llega, como Santa María del Adviento, esperó con inefable amor de Madre.





Si estás enfermo: ¡Él puede curarte! Por muy hundidos que estemos tenemos la secreta esperanza que de un modo o de otro encontraremos la salvación, porque Dios piensa en nosotros y nos ama hasta el punto de darnos una y otra vez a su Hijo Unigénito. Con Él no hay heridas, ni soledades, ni llanto, ni tristeza, ni ansiedades, es Padre de los pobres y consuelo de los afligidos.

Si eres padre o madre: ¡No te canses de esperar! María y José esperando y preparándose para el nacimiento de Jesús, tuvieron que ponerse en camino hacia Belén, con dolor y alegría, con dificultad, rezando y hablando, llenos de confianza. Siempre unidos. Se les cerraron las puertas y se fueron a buscar donde pudiese nacer Jesús. Cuando se espera un hijo en la tierra nace un estrella en el cielo y los ángeles cantan alegres la paz del hombre en el mundo.





Si eres cristiano: ¡Reza con nosotros Señor! Todo se ha cumplido. El Señor es más fuerte que el mal para librarnos de todas las desgracias que encierra el pecado. Hemos de permanecer alerta, y preparar nuestros corazones, para que el nacimiento de su Hijo nos salve, ilumine las tinieblas de nuestro espíritu, escuche nuestras súplicas, nos asista con su gracia y celebremos el misterio de la Encarnación y nacimiento de Cristo.

Te deseo que llegues a la Navidad, fiesta de gozo y salvación y la celebres con alegría desbordante y vivas el misterio con corazón humilde, adorando al que es el Señor del universo y de la historia.

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