Los voluntarios de la Orden de Malta devuelven la sonrisa a las 'señoras' a las que sirven en Líbano

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Cuando uno ve llegar en los autobuses a nuestras señoras, podría empezar a pensar que le esperan unos días más parecidos a los propios de una planta de geriatría, que a lo que se presuponía que es un camp. Las lógicas reticencias de las enfermas a salir de su ámbito de seguridad en centros en los que llevan viviendo muchos años y de los que solo se han movido para actividades organizadas por sus cuidadores habituales, la medicación que deben tomar y la resistencia humana a confiar en un desconocido podrían hacer pensar que estas jornadas transcurren con largos y silenciosos paseos por los pasillos de la casa de la Orden de Malta en Chabrouh.

Nada más lejos de la realidad. Si algo rompe todas las barreras de idioma, edad, cultura o religión es, sin duda, el amor. Pero el amor necesita un conducto por el que moverse en un circuito de ida y vuelta que haga posible la confianza y el entendimiento.

En nuestros camps de Líbano, este cauce lo pone a funcionar el programa de actividades que cada día comparten nuestros señores con sus ‘helpers’. Siempre juntos. ‘One & one’. Para hacerlo posible, no falta nunca en estas misiones hospitalarias el equipo de “entertainment” (entretenimiento). Ellos programan y organizan los contenidos lúdicos que van llenando las horas, orientados a romper el hielo y vencer cualquier resistencia. Todas esas barreras naturales de los primeros momentos van dando paso a vínculos emocionales cada vez más estrechos entre nuestras señoras y quienes las sirven, al mismo tiempo que ponen color, variedad y ritmo a jornadas que comienzan muy temprano y que, de otro modo, podrían resultar monótonas.

Sin caer en ningún tipo de rigorismo, lo cierto es que los camps de todos los países intentan conservar y programar las mismas actividades, aunque cada delegación lo haga con su propio estilo. En el caso de los españoles, la responsable de definir el modelo de entretenimiento ha sido desde los inicios Fátima. Ella estuvo en el primer camp libanés al que fuimos invitados por los alemanes en 2015 y desde entonces es miembro de nuestro staff. Desde Chabrouh, que bien conoce y sabemos que añora, le mandamos todos un fortísimo abrazo. E igual que a ella, a cuantos habrían deseado participar de este camp de emergencia, pero sus obligaciones no se lo han permitido. Estamos a 5.000 kilómetros de España, pero sentimos muy cercano el cariño y sobre todo las oraciones de la gran familia que formamos el ya casi centenar de veteranos del camp español.

Los entretenimientos de hoy han empezado con un paseo mañanero. Tras activar las piernas, hemos montado para nuestras señoras una sesión de belleza. Para nosotros ya son las más guapas, pero queremos que ellas también se sientan así de hermosas. No obstante, y a decir verdad, nuestros ‘helpers’ suelen acabar con más cosméticos en la cara que sus asistidas. También se llevan en sus mejillas no pocos besos de gratitud de unas mujeres que, en su mayoría, no tienen de casi nada, tampoco afectos familiares. No está de más recordar que tanto los voluntarios como las enfermas, todos los que estamos en la casa de la Orden de Malta, hemos tenido que pasar por diversas pruebas PCR para descartar cualquier foco de contagio de coronavirus y garantizar la seguridad de todos. Antes de encontrarnos con las señoras, de hecho, guardamos cuarentena en la casa de Kfardebian.

No ha faltado tampoco hoy en la agenda de actividades un desfile de disfraces. Les encanta ponerse pelucas de colores, jugar a lo que la vida no les ha permitido ser, escapar de sus mundos. Y tras la cena, como cada noche de camp, cantos y bailes antes del descanso. Guitarras, sonrisas, miradas... bastan para entenderse y sentirse en comunidad.

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Evidentemente, los camps no solo se llenan de este tipo de acciones. También se trabaja el espíritu y se respira la fe. De todos estos otros momentos, os hablaremos igualmente. Quedan días. Acabamos de empezar, de hecho, pero lo cierto es que el centro Chabrouh ya empieza a tener ambiente de camp, ambiente de familia. La maquinaria está engrasada después de tantos veranos de servicio en Líbano y las piezas encajan desde el primer instante. Hay ganas.

En otro orden de cosas, y mientras tiene lugar este camp de emergencia en el Líbano, se celebra en Roma el Consejo Pleno de Estado de la Orden de Malta. Deberá elegir un nuevo Gran Maestre, tras el fallecimiento, el pasado mes de abril, de fray Giacomo Dalla Torre del Tempio di Sanguinetto. Con este motivo, se han encontrado el presidente de la Asociación Libanesa, Marwan Sehnaoui, y el conde de Santolaya, presidente de la Asamblea Española. Ambos nos han enviado un mensaje a los participantes en este camp, que nos unimos en oración para que sea elegido un Gran Maestre de acuerdo al corazón de Cristo.

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Como el “Almaza time” no forma parte de los entretenimientos del camp, o al menos de aquellos que se hacen para que disfruten nuestras señoras, volvemos a dejarlo pendiente de explicar. Toca seguir esperando para poder compartir con vosotros en qué consiste este significativo momento de nuestra casa.

Desde Chabruh, en el valle de Faraya del Monte Líbano, y para todos los lectores de Aleluya, les escribió la delegación española en el camp de emergencia de la Orden de Malta.

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