El Beato que compartió las alegrías y esperanzas de los hombres

Jesús Luis Sacristán García

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La Iglesia siempre ha mostrado esa preocupación sobrenatural por los hombres. Algo que va unido a la realidad humana de las personas a las que Dios nunca es ajeno y así se ha mostrado a lo largo de los siglos. De esto tiene mucho el Beato Cardenal Ciriaco Sancha, a quien conmemoramos hoy en el Santoral. 

Natural del pueblo burgalés de Quintana del Pidio, en 1833 su infancia se desarrolla ayudando en las tareas del hogar porque era necesario que todos los miembros de la familia ayudasen en el ganado y en el campo. Esto le curte junto a su espíritu de Fe y oración. Ahí descubre la llamada de Dios e ingresa en el Seminario de Burgo de Osma, en la Diócesis de Osma-Soria a la que pertenecía entonces su pueblo. Ordenado sacerdote. desarrolló su apostolado en Cuba fundando las hermanitas de la Caridad. 

Y es que había advertido la necesidad de acercamiento de los cristianos a los necesitados. No faltaron allí dificultades pues arduo es el camino de la Fe. Don Ciriaco regresa a España y es consagrado obispo auxiliar de Toledo. Su trayectoria como obispo no quedó ahí, pues también estuvo en Ávila, Madrid-Alcalá, Valencia y como Titular de Toledo. Nombrado Cardenal a lo largo de su Ministerio potenció todavía más el cuidado de los sacerdotes y los necesitados.

Cuando el Papa León XIII escribe la Encíclica Rerum Novarum potenciando la Doctrina Social de la Iglesia, Don Ciriaco se muestra un entusiasta propagador del interés de la Iglesia por el desarrollo del hombre en lo espiritual y en lo humano. El Cardenal Sancha muere en 1909 y por su pensamiento se sentirá influido el que posteriomente fuese Cardenal Ángel Herrera Oria, fundador del Debate y de los Propagandistas.

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