Santoral

La Conversión de San Pablo

Durante la violenta persecución a la Iglesia, este judío celoso de la ley mosaica, estaba dispuesto a perseguir a cuantos siguiesen al Hombre de Nazareth

Dios tiene para cada hombre un plan de cara a sus santificación que no siempre es seguido por el hombre, pero cuando lo consigue siente ese ardor en cumplir la Ley Divina para perfeccionarse en la Fe y la vida. Hoy celebramos la Conversión del Apóstol San Pablo. En los Hechos de los Apóstoles, aparece Saulo, custodiando las ropas de los que se pusieron a lapidar al Diácono San Esteban y aprobando su muerte, y eso que este hombre se había formado en la Escuela y el pensamiento de Gamaliel.

Un fariseo de mente abierta como José de Arimatea o Nicodemo. Sin embargo la dureza de su corazón de momento le acompaña a Saulo de Tarso. Durante la violenta persecución a la Iglesia, este judío celoso de la ley mosaica, estaba dispuesto a perseguir a cuantos siguiesen al Hombre de Nazareth.

Pero un día, cuando marchaba por el camino hacia Damasco, con una gran lista de cristianos a los que detener, se encuentra con el Señor Jesús, como él mismo alegará ante el Sanedrín, preguntándole: “Saulo, Saulo ¿Por qué me persigues?”. Al preguntarle Pablo quién eres, le contestará: “Yo soy Jesús Nazareno a quien tú persigues”. Desde ese momento, siguiendo la recomendación del Señor, se hace bautizar por un sacerdote anciano llamado Ananías, que le incorpora para la causa del Reino de los Cielos.

Pero durante tres días estuvo sin comer ni beber, para acercarse después a los discípulos. Él mismo recalcará cómo vio solamente a Santiago, el pariente del Señor, al tiempo que dirá que no es digno de llamarse Apóstol porque persiguió a la Iglesia de Dios. Una vez más, la Providencia escribe recta con renglones torcidos, cambiando a Saulo perseguidor por Pablo, Apóstol de los gentiles. Esta Fiesta marca también el fin del Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos.

dd/mm