Santoral

Jueves de la Octava Pascual: El Resucitado en el Cenáculo

El Señor se presenta en medio de ellos y les saluda con la paz, el formato pascual por excelencia

Hoy, quinto día de la Octava de Pascua, el Resucitado vuelve a resonar en nuestras vidas. ¡Cristo! ¡Alegría del mundo!¡Resplandor de la Gloria del Padre! Bendita la mañana que anuncia tu esplendor al universo. En el día primero tu Resurrección, alegraba el corazón del hombre. En el día en el estamos que nos encontramos los discípulos de Emaús cuentan cómo el Señor se les había acercado por el Camino abriéndoles el corazón.

Ellos, al final, le habían reconocido al partir el pan en el momento de cenar cuando iba a continuar andadura y ellos le insistieron para que aceptara la invitación. Según contaban experiencia, el Señor se presenta en medio de ellos y les saluda con la paz, el formato pascual por excelencia. Los Once se llenan de alegría al ver al maestro aunque se quedan con cierta duda acerca de si no estarán viendo una ilusión óptica.

Cristo, entonces, les vuelve a dar una palabra de consuelo asegurándoles que se trata de Él mismo. Como se les ve atónitos termina por mostrarles las llagas en sus manos y en su Costado para manifestarles que no es un fantasma. Y como siguen sin creérselo de veras les pide algo de comer para mostrarles que un fantasma no comería. Pero el Cuerpo transformado suyo, como nos pasará a nosotros no necesita comer, pero puede hacerlo.

Entonces les recuerda las Escrituras que hablaban de su padecimiento y Resurrección al tercer día, haciéndoles testigos de esto. También recordamos a San Anselmo de Canterbury. Nacido en Aosta el año 1034, es educado en la Fe por su madre, siendo un obispo difusor del Evangelio en el mundo anglosajón, después de prepararse en el Monasterio Benedictono de Le Bec, en Normandía. Gran estudioso de Filosofía, enuncia el argumento ontológico que prueba la existencia de Dios.


dd/mm