Santoral

San Agapito, obispo y mártir

Recuerda Cristo en La Sagrada Escritura que “cuando os lleven a los tribunales se os dirá en ese momento lo que tenéis que decir. Y así tendréis ocasión de dar testimonio por Mí y por el Evangelio”. Esto le pasó desde su infancia a San Agapito que conmemoramos en este día. Su vida transcurre entre finales del siglo II y buena parte del III. Su origen se sitúa en Roma en la Familia Anicia, de corte aristocrático.

Es un clan muy poderoso y rico e influyente que tuvo parte en los comienzos de la República, así como en la conmsolidación y expansión del Imperio Romano. Personajes como Lucio, Quinto, Marco o Gaio, proceden de dicha estirpe. En el caso de Agapito desde pequeño se fue instruyendo en la Fe del Señor Jesús, hasta tal punto que quiso ser ese testigo que se necesitaba entonces para difundir la Buena Nueva.

Su trato con Dios era exquisito de tal manera que pasaba largos ratos en oración pidiendo luz para las cosas que iba haciendo. Tal resaltó su sencillez y ecuanimidad que fue designado por la Providencia para ser Obispo de Frigia, zona situada en la actual Turquía. Eusebio de Panfilia destacó en sus cartas un verdadero testimonio de este Pastor de almas. Se hacía realidad en él lo que dice el Señor: “Si tuviéseis Fe como un grano de mostaza diríais a este monte arráncate y os obedecería”.

Cuenta la tradición que fue capaz de mover montañas y sanar a muchos enfermos que acudían a él para pedirle auxilio. Todo esto hizo mucho bien en el cuidado a la Comunidad Cristiana que pastoreó. En una de sus cartas dirigida a San Teófiloo de Alejandría su amigo le escribió: "Si me dices, muéstrame a tu Dios", te diré yo a mi vez: "Muéstrame primero a tu hombre y te diré quién es mi Dios". Su forma de proceder hizo que reparase en él el Emperador quien le detuvo y decretó la muerte de Agapito por ser cristiano.

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