El Santo de hoy: San Bruno, faro de contemplación eremítica

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El Espíritu del Señor es tan espléndido que suscita multitud de obras y carismas en su Iglesia. Es el caso de San Bruno, que hoy celebramos. Nacido en Colonia el año 1030, destacó pronto por su capacidad intelectual y espiritual. Esto le sirvió para ser profesor de Teología en Reims por espacio de 18 años. En este periodo fue director espiritual de muchas almas, entre ellos, el futuro Papa Urbano II.

Por entonces quisieron elegir arzobispo de aquella ciudad un hombre indigno, por lo que él con su donde conocer almas, lo advirtió. Todos pensaban en Bruno para ser Titular de la Archidiócesis, pero él no quiso aceptar.Ya rondaba en su mente buscar una vida retirada y hubo un hecho que le aceleró el pensamiento en esta decisión. Corrió la triste noticia de que un hombre bueno en apariencia, había fallecido.

Y durante las exequias, el cadáver cobró vida y habló tres veces: “Me llaman al tribunal de Dios”, “Soy juzgado con justicia” y “he sido condenado”. Entonces marcha al Císter con San Roberto de Molesmes, pero no le prueba. Buscando con seis compañeros un lugar para hacer estricta oración y silencio, se lo proporcionará San Hugo de Grenoble. Este obispo había soñado con un faro que irradiaba luz a los cuatro vientos, en un bosque cercano a sus dominios.

Cuando Bruno se le presentó pidiéndole un lugar para contemplación, les llevó al bosque llamado Cartuja. De ahí el nombre de “cartujos” en la nueva Orden que había fundado. Su carisma es una vida eremítica absoluta, absteniéndose de comer carne y beber licores, siguiendo las directrices de los anacoretas. San Bruno muere el año 1101, dejando una gran estela de santidad y una huella imborrable en la Iglesia.


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