Santoral

San Isaac y compañeros mártires de Verdad

Os arrastrarán, os azotarán y os llevarán a los tribunales. Así lo refleja el Evangelio cuando el Señor previene a sus discípulos que van a ser signo de contradicción. Hoy celebramos a San Isaac, que tuvo la Señal de la Cruz desde el principio de su nacimiento. Su vida se desarrolla en el siglo IX. Originario de Tábanos en la zona de Córdoba, este joven sacerdote se dedicó durante mucho tiempo al cuidado administrativo de los bienes de Abderramán.

De familia cordobesa ilustre, hábil negociante y buen conocedor del árabe, pronto marchará de palacio, al comprobar las insolencias de su amo en el trato. Una vez bajo el mecenazgo de San Eulogio, siente indignación por la persecución de los musulmanes a los cristianos. Sintiendo la necesidad de desenmascarar la mentira y dejar clara la verdad, logra burlar al juez, bajo el pretexto de convertirse al Islam.

Después de proclamar que la Fe en Jesucristo, Dios hecho Hombre, el Único que nos puede salvar, es la verdadera. Al punto fue llevado a juicio, siendo condenado a morir ahorcado, y dos días más tarde, tras ser incinerado, arrojaron sus cenizas al río Guadalquivir. A él se le unieron sucesivamente un esclavo del sultán y otros varios monjes que, sin ningún tipo de complejo se reafirmaron en su Fe, a semejanza de Isaac, por lo que también sufrieron el martirio, muriendo decapitados en torno al año 851.

Algunos de ellos que, anteriormente, habían poseído grandes riquezas, dejaron todo para vivir en la más absoluta pobreza, hasta que dieron la vida por el Reino de los Cielos. Ellos comprendieron que “quien se ponga de parte del Señor ante los hombres, también el Señor se pondrá de su parte en el Cielo”, así como "Vende todas tus riquezas, dáselas a los pobres y sígueme para tener un Tesoro en el Paríaso dond eno hay carcoma que los coman"


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