Santoral

San Juan Diego, servidor de María

El Adviento es la impronta de la sencillez y la esperanza en el Dios que viene a salvarnos. La mejor forma de vivirlo es con la unidad a María Inmaculada como han hecho los Santos. Hoy, día después de la Purísima Concepción, celebramos a San Juan Diego, el indio que vio a la Virgen. Algunos años antes del Descubrimiento de América nace Juan Diego. Probablemente en el año 1474. Su etnia es la chichimeca, perteneciente a las tribus situadas al noroeste de México.

En su origen es un joven muy espiritual en su creencias. Esto le hace ser receptivo. Tras la llegada de misioneros a América en 1492, los franciscanos evangelizan esa parte mexicana con grandes frutos de conversión entre los que se encuentra este indio. Tanto los misioneros de la Orden franciscana como los agustinos repararon en la sencillez de este joven. Por allí no tenían un lugar grande para las celebraciones, sino una pequeña chocita, lo suficientemente espaciosa dentro de sus limitaciones para hacer de capilla.

Todas las semanas, siquiera un vez -y especialmente los días festivos- acudía a Misa madrugando y haciendo un recorrido muy grande. Según la tradición, un sábado que iba a los oficios, oyó unas campanas que le anunciaron que, en breve se le aparecería la Virgen de Guadalupe.Al poco se cumplió la promesa y Juan Diego habló con la Señora. Ella se le presentó como la Siempre Virgen María, Madre del Verdadero Dios por quien se vive. Por eso le pidió un Santuario para proteger desde allí a todos los que le invocasen.

El obispo, el español Juan de Zumárraga, le pidió una señal. Como Juan Diego había quedado con la Virgen pensó que sería el momento. Pero el tío de Juan Diego enfermó y él fue a buscar un sacerdote por otro camino. Allí le salió la Virgen prometiéndole que su tío ya estaba curado. Para asegurar la señal, le hizo coger flores de Castilla cuando no era la época. Así surge la actual Basílica de Guadalupe. San Juan Diego muere en 1548.


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