Santoral

San Vicente de Paúl, apóstol de caridad

Recuerda San Pablo en su Primera Carta a los Corintios que ya podría tener el donde lenguas y de mover montañas, incluso dejarme quemar vivo. Pero si no tengo amor soy como un címbalo que retiñe porque de nada me aprovecha. Esta es precisamente la base en el obrar de San Vicente de Paul, que hoy celebramos cuando medita al mismo tiempo que el amor es paciente, es servicio, todo lo excusa y todo lo soporta. Aquitania en Francia, vería nacer el año 1581 a este Santo, que, ordenado sacerdote, fue un celoso Pastor de almas en París.

El clima de ese momento estaba imbuido del espíritu de Cornelio Jansenio para el cual el alma humana no gozaba de libertad en la elección del bien y del mal. Esta doctrina fue condenada por la Iglesia. Pero esto no afectó a San Vicente ya que el espíritu de caridad que tenía, siempre estuvo impregnado de la oración, ya que él mismo señalaba que, sin el trato diario con el Señor en el Sagrario, no podía dar los frutos debidos.

Incluso siempre que se imbuía de la oración ante el Santísimo si llamaba un pobre a la puerta decía que dejaba a Dios en el Sagrario para atender a Dios presente de forma misteriosa en ese necesitado.Entre las obras de apostolado que llevó a cabo, destacan la organización y desarrollo de las misiones populares, además de una atención especial a los sacerdotes y consagrados, así como a los pobres.

En los necesitados descubría el rostro del Señor, que decía que cualquier cosa que les hiciesen a ellos, a Él se lo hacían. Gracias a este apostolado de las misiones logró dar una formación más profunda y genuina al pueblo fiel que anhelaba ese amor de Dios. Para realizar mejor estas iniciativas, fundó los PP. Paúles y las Hijas de la Caridad. Para esta última contó con Santa Luisa de Marillac. San Vicente de Paúl muere en París el año 1660.

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