Santo Domingo de Silos: el santo castellano que dejó huella en Europa

Este 11 de septiembre recordamos en el santoral a Santo Domingo de Silos

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Si Europa debe sus raíces al cristianismo, la Península debe igualmente a la cultura cristiana la unificación de los primeros reinos que dividían la piel de toro. San Benito es el forjador y el protector de los monasterios en Occidente y dejó la escuela por todo el Viejo Continente. Su labor tuvo grandes repercusiones en Hispania. Hoy recordamos a Santo Domingo de Silos, que tuvo parte en los orígenes del castellano.

Nacido a principios del siglo XI en Cañas, cerca de Nájera, poco se sabe de su origen. De niño comparte la comida con los viandantes mientras pastorea un rebaño de ovejas. Pronto destacará por su inclinación al estudio y a llevar una vida conforme al plan de Dios, dejando otro tipo de tentaciones humanas que le acechan. Ordenado sacerdote sigue el camino de los eremitas, entrando en el Cenobio de San Millán de la Cogolla.

Allí viste el hábito negro de San Benito, donde vivirá de forma ejemplar. Encargado del Priorato de Santa María, lo rehace, pensando en él los monjes de San Millán para que sea su Prior. Entonces el rey Don García le pide los tesoros que poseen, encarándose duramente con él, por lo que es desterrado. Posteriormente, el rey Fernando le encarga restaurar el Monasterio de San Sebastián de Silos, lugar de Fe, cultura y configuración de la Castilla Medieval.

En medio del trabajo cotidiano, se oyen las campanas que invitan a la oración y a la alabanza divina. Esto reconforta a las gentes de aquella época porque sienten cómo hay personas consagradas que viven en una contemplación continua, presentando las inquietudes de los hombres. Santo Domingo de Silos muere el 20 de diciembre de 1073.

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