Santoral

Santa Sinforosa

Fuerte ante el martirio, al no apostatar de la Fe, es atada con una piedra al cuello y arrojada al agua

El Evangelio ya anuncia los innumerables tormentos que les esperan a quienes se dedican a servir al Señor. Hoy, Domingo XVI del Tiemo Ordinario celebramos a Santa Sinforosa, cuya trayectoria familiar desembocó en el martirio. Oriunda del siglo II, de su matrimonio con Getulio, nacen siete hijos, a los que se consagraría por completo. En el hogar, siempre comprendió que no se trataba de introducir el concepto de falsos triunfalismos y pompas humanas, sino de ayudar a descubrir el Amor de Dios, el Único que nunca pasa.

Así les enseñó los valores del Reino de los Cielos, como lo prioritario en el mundo, ya que lo demás viene por añadidura. Pronto el Emperador Adriano, recrudece la persecución contra los cristianos. En una de las detenciones caen Getulio y su hermano Amancio, que también es militar, siendo ambos decapitados por su Fe en Cristo.

La madre, sale hacia Tívoli con sus hijos, preparándoles para el gran combate espiritual que se les avecinaba. Después de que su padre y su tío hayan entregado su vida por Cristo, ella les habla de los bienes eternos, que son los que nunca caducan y por los que merece la pena darlo todo, para recibir la Recompensa Eterna. Algo así como en el Libro de los Macabeos cuando la madre de los siete hermanos les anima a perseverar en la lucha hasta el final.

De esta forma logra la unidad de todos, hasta el día en que son apresados. Están a la espera de que renuncien a su condición de creyentes, pero eso sí que no lo consiguen. Al no apostatar de la Fe, ella es atada con una piedra al cuello, y arrojada al agua. Tanto las reliquias de Sinforosa como las de Getulio se encuentran conservadas en la Iglesia Romana de San Miguel.

dd/mm