Santoral

San Buenaventura

Sencillo intérprete del Misterio Divino, las oraciones de su madre, consagrando al hijo a San Francisco de Asís, le sanan milagrosamente de su grave dolencia

Una de las mayores grandezas del Evangelio es sentir que Dios ha revelado los hondos misterios a los humildes y sencillos, escondiéndoselos a los sabios y entendidos. Hoy celebramos a San Buenaventura. Nacido cerca de Viterbo (Italia) en 1221, su infancia estuvo marcada por una grave dolencia. Las oraciones de su madre, consagrando al hijo a San Francisco de Asís, le sanan milagrosamente.

En plena juventud ingresará en los Hermanos Menores, que le enviarán a París de donde enseñará Teología, siguiendo una línea aristotélica y agustiniana. Discípulo del profesor Franciscano en La Sorbona, Alejandro de Hales, fue elegido ministro general de la Orden, donde tuvo que poner paz equilibrando diversas posturas encontradas. El ministerio pastoral, el estudio, la predicación, o las misiones, son algunos de los ámbitos de apostolado que cultiva.

También cumplió el encargo de escribir una nueva biografía sobre el Pobrecillo de Asís, recopilando y resumiendo los escritos anteriores. Hecho Cardenal y Obispo de Albano, participó en el II Concilio de Lyón. Todos sus escritos tanto teológicos, como místicos o poéticos, suponen un auténtico legado a la Iglesia, a los que se une su santidad de vida. Muere en el año 1274. Sepultado en la Iglesia de San Francisco de Lyón, su cuerpo fue quemado por los hugonotes franceses – nombre que se daba a los protestantes calvinistas- en 1562.

Su presencia y su obra le han merecido el apelativo de “Doctor Seráfico” donde realzaba sus cualidades propias de los coros angélicos. Una de sus bases de la investigación filosofica era el argumento ontológico en el que define para probar la existencia de Dios como Aquel más grande que s eencuentra en la mente de cualquier ser humano y que no puede ser superado en pensamiento por otro.

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