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"Una trampa cruel de malnacido": así fue la negociación del teniente coronel antes de ser engañado y disparado

El periodista de investigación Nacho Abad ha analizado en TRECE el crimen de Santovenia de Pisuerga que ha dejado un muerto y al teniente coronel con "daños irreversibles"

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 05 jul 2022

Eran las seis de la tarde en Santovenia de Pisuerga (Valladolid). Las mujeres del “Chiqui” y Dionisio – el asesino y el asesinado – discuten en plena calle por un supuesto asunto de celos. A las once de la noche, el “Chiqui” y otras cinco personas propinan una paliza a Dionisio y su mujer. Dionisio acude al hospital y al regresar a su casa, sobre la una de la mañana, el “Chiqui” le dispara mortalmente. Cuando llega la policía, el “Chiqui” se atrinchera junto a un rehén toda la noche y tras largas negociaciones, sobre las 8:15 de la mañana, un disparo a través de la puerta impacta en la cabeza del teniente coronel Pedro Alfonso Casado y jefe del operativo. Hoy hemos conocido que su pronóstico es grave y sus heridas son irreversibles e incompatibles con la vida. Finalmente, a las 14:15 de la tarde, el “Chiqui” se entrega y se encuentra en prisión provisional sin fianza.

El periodista de investigación Nacho Abad ha analizado en ‘El Cascabel’ de TRECE los horribles sucesos: “La familia del teniente coronel ha pedido que los partes médicos no se hagan públicos, pero son de extrema gravedad”. Pedro Alfonso Casado es jefe de la Unidad Especial de Intervención que fue una de las unidades especiales al frente de la lucha contra ETA.

Algunos medios apuntaban que el disparo contra el teniente coronel fue fortuito, pero, lejos de la realidad, Nacho asegura que no fue mala suerte: “Cuando está atrincherado el “Chiqui” dentro de su vivienda y dice que tiene un rehén, comienza la negociación. Él pide heroína y el mediador, el negociador y el teniente coronel se encuentran protegidos al otro lado de la puerta. Le ofrecen traerle metadona y se oye un disparo dentro de la casa y es cuando le piden una prueba de vida del rehén para darle la metadona. El “Chiqui” abre un poco la puerta para que vean que está bien y es cuando el teniente coronel se asoma y él asoma el cañón por la rendija y, a muy poca distancia, le dispara en la cabeza. No esperaba que tuviera el arma preparada. Es una trampa cruel de malnacido y no tiene ningún sentido que le pegues un disparo en la cabeza cuando no vas a poder escapar”.

Nacho Abad ha comenzado relatando cómo comienza la disputa entre las dos familias: “Hay una pelea entre la mujer de Dionisio, la víctima, y la mujer del “Chiqui”. Cuando la pelea parecía haberse terminado, Dionisio y su mujer se fueron a tomar algo en un bar. Cuando regresaron a casa, seis miembros de la familia del “Chiqui” les propinan una paliza. Dionisio y su mujer acuden al hospital y Dionisio llama a su hijo mayor, Aitor, para que le vaya a buscar, ya que había terminado antes que su mujer. Mientras volvían a casa, Aitor le decía a su padre que había que buscar justicia y su padre le decía que había que dejarlo estar”. Ambas familias, tanto la de Dionisio como la del “Chiqui” viven en el mismo portal, por esta razón al regresar a su vivienda, el “Chiqui” les estaba esperando de nuevo, antes de asegurarse de que su propia familia no se encontrara en su vivienda: “Según entran al edificio, el “Chiqui” pone la escopeta contra el estómago de Dionisio y cuando apunta a Aitor se le encasquilla el arma”.

Según relata Nacho Abad, este es el momento en el que Aitor sale corriendo del edificio y pide ayuda a unos guardias civiles que se encontraban por la zona. Mientras llegan al edificio, sucede una segunda escena: “En el tercer piso está la abuela de Aitor y su hermano pequeño. Escuchan el disparo y su hijo baja corriendo las escaleras y ve como Chiqui le está dando la vuelta al cadáver y le está insultando. El chaval le pega un puñetazo y, cuando le intenta disparar, huye. La abuela va bajando las escaleras hasta que llega al rellano, se acerca a su yerno” pero ya había fallecido.

Mientras la abuela bajaba por las escaleras, el “Chiqui” se atrinchera en la casa durante horas con el novio de una de sus hijas amenazando con matarlo y, al llegar la Guardia Civil es cuando comienzan las negociaciones. “Al final se acaba entregando porque ve que no hay forma de salir de ahí”, apunta Nacho Abad mientras destaca la impotencia que sentían los compañeros del teniente coronel al saber que le había disparado a bocajarro en la cabeza: “Los ánimos en la Guardia Civil estaban caldeados, pero el nivel de profesionalidad fue mayor porque, a pesar de la rabia interna, sacaron tanto al rehén como al asesino bien. Podrían haber tirado tres botes de humo, haber entrado y se lo hubieran cepillado”.

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