Ya hemos superado la barrera psicológica de los 700.000 contagios por coronavirus en España desde el comienzo de la pandemia. Y todavía nadie ni nos ha explicado ni ha pedido perdón porque fuéramos, en la primera ola, el país, o uno de los países del mundo, que más sufrió por el coronavirus. Y que volvamos a ser, en esta segunda ola, uno de los países (no de Europa: de todo el mundo) que más número de contagios estamos sufriendo.

¿Algunas de las consecuencias? Que, ahora mismo, casi un centenar de municipios o de ciudades en todo el país sufren restricciones o sufren confinamientos. La comunidad que más sigue sufriendo es la de Madrid: más de 700 casos por cada 100.000 habitantes. Con esa incidencia, es evidente que va a tener que tomar más medidas restrictivas. Que de momento se preparan, se dice que caerán y que, como mucho, ya las aplicaremos el lunes.

Se están cometiendo, evidentemente, errores. Se le piden más medidas a Madrid. Pero lo curioso es que ahora mismo ni siquiera puede aplicar con todas las consecuencias las que ya ha aprobado. Porque les tiene que dar el visto bueno la justicia. Señal de que alguien no hizo (el Gobierno central) la tarea en su momento.

¿Más consecuencias? Pues que, evidentemente, la ciudadanía cada vez toma sus decisiones más alejada de los discursos de los políticos. Cuando más necesario sería fiarnos, seguir lo que nos dicen los políticos. Por eso, entre otras cosas, en los supermercados, en la cesta de la compra, muchos son los que ya están demostrando que están pensando que llega un confinamiento. Vuelve a crecer, a dispararse, la venta, por ejemplo, de productos no perecederos y del consabido papel higiénico.