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El 'neoespañol' de Sánchez: así se amplía desde Moncloa nuestro vocabulario

Cuando hay crisis o momentos comprometidos de por medio, la entrada en acción de los neologismos y eufemismos nunca falla. El coronavirus no ha sido una excepción

El neoespañol de Sánchez: así se amplía desde Moncloa nuestro vocabulario
Millán Cámara

Redactor de COPE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 21:41

“Un deterioro y empobrecimiento extremo del español que está sustituyendo a éste a marchas forzadas. Una lengua en la que todo vale, donde los verbos se pueden intercambiar alegremente incluso por sus contrarios, las frases hechas se descomponen y reconstruyen como a cada uno le parece, dando lugar a las cosas más absurdas y cómicas, o los argumentos se formulan de manera paupérrima y semi incomprensible”. Así se definía el neoespañol en una entrevista publicada en La Razón en 2015. Cinco años después, podría decirse que el concepto no puede estar más de moda. Coronavirus obliga.

Es bien sabido que los políticos siempre han sido muy dados a los neologismos y a los eufemismos. Para entendernos: crear nuevas palabras o expresiones y/o enrevesar el lenguaje. Por supuesto, la pandemia era una oportunidad inmejorable para que esta ‘buena costumbre’ dialéctica no cayese en saco roto.

Y no lo ha hecho. Desde luego que no. Ahí tienen los discursos de Pedro Sánchez como mejor ejemplo posible del nuevo vocabulario que ha traído a nuestra vida, de momento para quedarse, términos como los siguientes.

Desescalada

Si buscan la palabra en el Diccionario de la RAE, no la encontrarán. De hecho, el buscador de este nos remite a la palabra ‘desescamar’. Vamos, quitar las escamas al pescado… Una muestra de la novísima cuña del término con el que el presidente y el resto del Gobierno se refieren a la etapa posterior al confinamiento. Una reinterpretación, podríamos decir, del ‘Todo lo que sube tiene que bajar’. ¿No piensan en los alpinistas con este palabro?

Nueva normalidad

Va a volver a haber normalidad, sí. Pero va a ser nueva. Una y otra vez, desde el Ejecutivo se nos repite que transitamos hacia algo distinto a lo que teníamos. Por tanto, no recuperamos la normalidad, sino que vamos hacia otra normalidad. ¿Usar esta expresión implica menos generación de incertidumbre? La respuesta se la dejamos a los lectores, pero parece evidente… Y otra cuestión interesante: ¿qué normalidad hay en algo que, de alguna manera, es nuevo?

Cogobernanza

Incluso el corrector del procesador de texto de turno pinta de rojo la palabra: no existe. Bueno, veamos entonces qué es la gobernanza, sí recogida por la RAE: “Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”.

De estas líneas se entiende que el arte de gobernar es algo que hay que hacer en común, ¿no? Bien, pues con las intrigas relativas al mando de la gestión de la crisis se ha instaurado el uso, porque sí, de cogobernanza. De alguna manera, las Comunidades Autónomas siempre han estado ahí. Pero hay que darles ese cariño extra cooperativo también en el lenguaje.

El lenguaje inclusivo

Desde la llegada de Unidas Podemos al Gobierno, el “todos y todas” es recurrente. A la par que repetitivo. ¿De verdad es necesario utilizar el masculino y el femenino en una misma frase para que la totalidad de los ciudadanos se sienta representada por las palabras de los representantes políticos? En el Ejecutivo, ya lo ven, opinan que sí.

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Distancia social

“Espacio o intervalo de lugar o de tiempo que media entre dos cosas o sucesos”, dice la RAE si sólo tenemos en cuenta la primera palabra. Hay unas cuantas expresiones con la coletilla ‘social’. Y, oh sorpresa, ‘distancia social’ no está entre las elegidas por la lengua española. ¿No será que se repite dos veces el mismo concepto, debido a lo amplia que es la sociedad?

Confinamiento

Hay varios significados de esta palabra que no tienen nada que ver con lo que hemos vivido en las últimas semanas. Por ejemplo, “desterrar a alguien, señalándole una residencia obligatoria”. O “pena por la que se obliga al condenado a vivir temporalmente, en libertad, en un lugar distinto al de su domicilio”. Sí, también podemos hablar de “recluir algo o a alguien dentro de límites”. Por eso hemos estado, mejor que ‘encerrados’, ‘confinados’.

EPI

Fíjense si es sencillo hablar de mascarillas y guantes. Total, si todos los días convivimos con lo uno y con lo otro. Pues nada, también se ha instalado entre nosotros la abreviatura de Equipos de Protección Individual. Si todavía les suena a chino el término, no se preocupen: es comprensible.

Personal sanitario

¿Para qué hablar de médicos, enfermeras, cirujanos y un largo etcétera si podemos referirnos a ellos como personal sanitario? Los eufemismos que comentábamos al principio…

En fin, estos son algunos casos de las vueltas y vueltas que se le pueden dar al lenguaje para retorcerlo, hacerlo más culto… y puede que menos cercano a lo cotidiano. Pero ya saben que mejor no tocar lo que funciona. Y los políticos se aplican la máxima al dedillo con esto del neoespañol. Ya han podido comprobarlo.

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