La cuenta atrás está en marcha. El Congreso de los Diputados se prepara para acoger la sesión solemne de la Princesa de Asturias prestando juramento de la Constitución este próximo 31 de octubre, el día de su 18 cumpleaños. El acto formal de acatamiento de la Carta Magna por parte de Doña Leonor tiene ya el Salón de Plenos de la Cámara Baja en obras, tal y como puede apreciarse en las imágenes a las que ha tenido acceso COPE.

Los escaños ya han sido sustituidos por sillas al objeto de dar cabida en la ceremonia conjunta de las Cortes Generales a los senadores, además de los diputados, los miembros del Gobierno e invitados de las altas instituciones del Estado. Al mismo tiempo, ya se desmonta la tribuna que habitualmente ocupan la presidencia y los demás miembros de la Mesa de la cámara. La transformación para vestir de gala el Congreso pasa por convertir la cabecera del Hemiciclo en una gran estructura con el fin de que la heredera de la Corona formalice su compromiso con la Ley de Leyes, como establece su artículo 61, junto a los Reyes y su hermana, Sofía.

También estarán presentes sobre el escenario cubierto de tapices y otros adornos el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, los presidentes del Congreso, Francina Armengol, y del Senado, Pedro Rollán, y los miembros de las Mesas de ambas cámaras. El acatamiento de la princesa Leonor seguirá grosso modo los pasos de la celebración de 1986 con el juramento de su padre, Felipe VI. La ceremonia obliga a mantener sin uso el Hemiciclo y ello enfría aún más el calendario sobre las posibilidades de realizar una investidura de Sánchez.

El Congreso, paralizado

Previsiblemente, el salón de Plenos sólo podrá estar de nuevo operativo de cara a la segunda semana de noviembre, la que arranca el día 6. El escenario más plausible, no obstante, es el de una reelección del candidato del PSOE que se vaya a la tercera o cuarta semana del próximo mes, acerándose a la fecha límite de la disolución automática de las Cortes, el día 27. Armengol ha jugado con el calendario sin ofrecer un dato clave que viene siendo una fuente constante de conflicto con el PP: Cuándo se someterá Pedro Sánchez a la confianza del Congreso.

La competencia de fijar el pleno recae en la presidenta de la Cámara Baja, pero ha evidenciado estar a la espera de la decisión del líder de su partido. Ya cuando anunció la designación de Sánchez por el Rey el pasado 3 de octubre, Francina Armengol exhibió su determinación de esperar a que la situación estuviese “suficientemente madura” de ir a “una investidura con los acuerdos suficientes para poder salir adelante”. “Que es evidentemente lo que todos deseamos”, añadió la tercera autoridad del Estado que, desde entonces, tiene en la práctica paralizada la actividad del Congreso, donde esta semana únicamente se van a constituir un parde comisiones de forzosa puesta en marcha, las del Estatuto de los Diputados y de Peticiones.

Nada hubiera impedido hasta ahora el funcionamiento de la Cámara Baja, convocatoria incluida de sesiones de control al Gobierno, aunque esté en funciones. Pero Armengol ha mantenido sin uso el Hemiciclo desde el 29 de septiembre, cuando fracasó la investidura de Alberto Núñez Feijóo. Para ahorrarse las protestas de los populares, ha eludido celebrar reuniones de la Mesa hasta este mismo miércoles, quince días después de su última convocatoria. Todo está en manos de la presidenta y de la mayoría de izquierdas en el órgano de dirección del Congreso.

El horizonte contiene todavía incertidumbres. Quizá demasiadas. Las negociaciones de Pedro Sánchez se han dilatado más de lo previsto, cociéndose a fuego lento y, como adelantó COPE días atrás, dejan un rastro de desconcierto entre cuadros socialistas empapados de un baño de realidad: La ausencia de una salida distinta a evitar una repetición electoral que pudiese dar la suma PP-Vox. La hipótesis, de materializarse, abriría en canal al PSOE. Ante el riesgo, y pese a querer descontar el éxito del presidente del Gobierno en funciones en su rumbo, la ansiedad recorre las estructuras orgánicas. Aunque Ferraz defienda tenerlo todo bajo control.