El caso más sonado es el del Reino Unido y el cierre de la clínica Tavistock, en su día pionera y hoy cerrada y condenada por el caso de una niña que, con 16 años, fue sometida al tratamiento con bloqueadores de pubertad. Ella misma les denunció cuando fue consciente de lo que había sucedido –solo bastaron tres sesiones de una hora cada una para dejarla convertirse en hombre-- y ahora les espera además una demanda colectiva de más de 1.000 familias que han visto la vida de sus hijos arruinada tras ser sometidos a transiciones hormonales y quirúrgicas sin las debidas precauciones.

Reino Unido, Francia, Suecia, Noruega y Finlandia están arrepintiéndose de lo que legislaron: han dado marcha atrás en la hormonación de menores, recomendando cautela extrema y acompañamiento psicológico. En Inglaterra, por ejemplo, las terapias basadas en la evidencia ya no serán consideradas “terapias de conversión” y, por tanto, prácticas como la “espera atenta” o “vigilante” dejarán de ser castigadas. Exactamente, al contrario de lo que va camino de hacer la ley española. También fuera de Europa hay ejemplos reaccionarios en Australia y Nueva Zelanda.

Los países que hacen el camino a la inversa advierten de un fenómeno entre adolescentes que tiene un nombre científico: Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR, por sus siglas en español), y que llega en oleadas a los colegios. Solo en Gran Bretaña, este incremento fue del 4000% en la década 2009-2018. Cada vez son más personas, cada vez más mujeres, y cada vez más jóvenes.

En España, la Asociación AMANDA –que agrupa a las familias de jóvenes y adolescentes con disforia-- ha denunciado ante el Senado que estas cifras DGIR están aumentando en toda la UE y, al mismo tiempo, detectan que crece de forma relevante el número de “arrepentidos”: hombres y mujeres que han convertido su cuerpo, anteriormente sano, en el de un enfermo crónico.

Uno de cada tres tiene dificultades para ir al baño o mantener relaciones sexuales. Uno de cada dos, padece tales dolores que sigue necesitando cuidados médicos muchos años después. Todos, sin excepción, fármaco-dependientes de por vida. Así se desprende de un estudio científico realizado en Canadá con hombres que transitan a mujeres, después de someterse a una vaginoplastia.

Suecia y Finlandia

El primer país occidental que realizó una revisión sistemática de la “transición de género en jóvenes” fue Finlandia. Constataron que la situación de los pacientes tratados con hormonas no mejoraba y, en cambio, su estado psicológico empeoraba en todos los casos. Por eso, el gobierno finlandés ha actualizado sus directrices y ha limitado a casos excepcionales los tratamientos.

Suecia, pionero en 2014 con una ley trans que incluía el cambio de género dentro de las prestaciones de la sanidad pública, el año pasado retrocedió y dictó un nuevo protocolo de actuación en el que es imprescindible el informe psiquiátrico previo. Además, no se suministrarán más bloqueadores de pubertad a los menores: la ley original permitía empezar con 12 años.

Tanto Suecia como Finlandia se han replanteado el modo en el que se atiende a los adolescentes y jóvenes que sufren algún tipo de conflicto con su cuerpo o con su sexo [NB. Solamente hay dos sexos biológicos: masculino y femenino. El último intento de exigir un tercero "neutro", por parte de un ciudadano francés, acaba de ser rechazado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos].

Ambos países, miembros de la UE, han decidido abandonar las directrices que marca WPATH, la asociación mundial de "salud transgénero", conocida por sus siglas en inglés, y que hasta ahora venían imponiendo sus directrices en todas las reformas legislativas (su última guía habla de la eliminación de la edad mínima para cirugías y tratamientos hormonales, y de castración química en casos grupales, entre otras medidas).

Según datos del Ministerio de Sanidad sueco, entre 2008 y 2018 el número de diagnósticos de disforia de género entre niñas de 13 y 17 años se disparó un 1500%. AMANDA denuncia que varios directivos de la WPATH han reconocido su preocupación ante este fenómeno de contagio social, y han sido defenestrados por ello.

Y si Suecia ha vuelto a la mayoría de edad, con evaluación psiquiátrica obligatoria, y la involucración de ambos progenitores, Finlandia va incluso más allá y habla de "momento de maduración cerebral", lo que situaría la edad aproximada de inicio del tratamiento en los 25 años. Lo argumenta en la necesidad de que la persona comprenda bien el proceso y su irreversibilidad.

Jornadas en el Senado español

Todas estas rectificaciones internacionales se pusieron de manifiesto recientemente el marco del debate sobre "el transgenerismo y su legislación", que tuvo lugar en el Senado español el pasado 3 de febrero, y cuyo vídeo mantiene accesible Confluencia Movimiento Feminista en su página web. "Hay muchos datos e informaciones de otros países que observan cómo niñas deprimidas ven la transición de género como una solución mágica a su vulnerabilidad, en vez de ahondar en lo que puede haber detrás", explicaba su representante, Henar Sastre, "y sucede también con niños autistas o que tienen una disconformidad con su cuerpo y están solamente en una crisis de adolescencia".

Amparo Domingo, en nombre de Women's Declaration International, recordaba cómo la relatora especial de la ONU Reem Alsalem advirtió a las autoridades escocesas el pasado 29 de noviembre que "estas propuestas pueden abrir una puerta a varones violentos que quieran aprovechar el trámite en beneficio propio" y la amenaza que ello supondría para las mujeres. Su carta fue un elemento clave para que desde Londres se pudiera paralizar la tramitación. Desde Women's Declaration International ya se han puesto en contacto con ella para contarle la situación de la ley trans en España, y esperan recibir pronto su respuesta oficial.

Marta Oliva, de la Asociación AMANDA, denunciaba en el Senado que no se están teniendo en cuenta las rectificaciones que se están llevando a cabo en otros países: la experiencia aconseja la espera atenta y la terapia exploratoria. El fenómeno español, en cambio, prioriza la ideología sobre las evidencias científicas y las consecuencias físicas y psicológicas son anuladas en el debate.