El centro penitenciario de Santoña, El Dueso, es una cárcel tranquila, un penal con una población reclusa en su mayoría en segundo grado. “Es un premio” afirma una funcionaria de la prisión. Una prisión en la que, hace unos días, ocurría un suceso al que ni presos ni trabajadores están acostumbrados.

Un interno agredía a otro con un arma blanca e intentó agredir a los funcionarios, cuya rápida actuación pudo evitar el desenlace fatal a costa de jugarse su vida sin medios de protección, ha contado en COPE Cantabria Inés Canseco.

El autor de la agresión, es un recluso con numerosos partes internos por episodios parecidos en otras prisiones de España, por lo que los funcionarios de la cárcel santoñesa no entienden su traslado a este centro. “Es cierto que Prisiones tiene en cuenta los lazos familiares a la hora de conceder traslados, pero, ¿quién pregunta a estas familias si quieren tener cerca a esa persona? Hay veces que no la quieren ni ver”.

Esta última agresión se produjo a primera hora de la mañana, cuando el agresor, tras finalizar el reparto del desayuno, esperó junto a la cola del economato, dentro del módulo 1, a que llegase la víctima para "abalanzarse sobre ella con un pincho carcelario sin mediar palabra". Un pincho que el agresor habría fabricado con un cepillo de dientes. Los funcionarios de vigilancia que se encontraban allí "intervinieron inmediatamente", permitiendo a la víctima huir mientras el agresor "blandía el arma blanca y lanzaba el pincho hacia los funcionarios que intentaban reducirlo.

Gracias a su intervención, y a la colaboración de algunos internos, consiguieron reducirlo para después trasladarlo al departamento de aislamiento, donde espera a ser trasladado a otra prisión.

Otro punto negro en la prisión es el patio. Se trata de un gran patio de muchas hectáreas, muy difícil de vigilar por parte de los funcionarios. Para quien quiera cometer una fechoría “es una bicoca” alerta Inés.

A pesar de todo, El Dueso es una prisión a la que los reclusos en segundo grado quieren ir. Se trata de una instalación que tiene más de 100 años a la que se está sometiendo a una importante reforma. Además, cuenta con numerosos programas, cursos y tratamientos para la población reclusa. “El problema es que presos como el último agresor no quieren aprovechar todos estos recursos, Es tirar el dinero” se lamenta esta funcionaria que recuerda que el perfil del preso de hace unos años era el de una persona enganchada a las drogas. Hoy, la cosa ha cambiado. La población reclusa es de diferentes nacionalidades “y en ocasiones no se lo piensan dos veces en tirar para adelante con lo que sea”.

No es sencillo el trabajo del funcionario de prisiones, tampoco en El Dueso, donde se esfuerzan por evitar la creación de bandas evitando la formación de pandillas. “Hay veces en las que, en un día, nos ganamos el sueldo de seis meses”.