Hace varias décadas, el día comenzaba cuando el repartidor llevaba los periódicos a los kioskos: la gente los compraba y se enteraba de lo que había ocurrido recientemente en su localidad, en su país y en el mundo. Sin embargo, esta rutina se ha perdido en los últimos años con la aparición de Internet y la prensa digital.

Estos negocios, mayoritariamente familiare y que han ido pasando de padres a hijos, tratan de subsistir ahora en buena medida gracias al reparto tanto de periódicos como de revistas, y también a la diversificación de las ventas con golosinas, refrescos, juguetes ,recuerdos y otra serie de productos que puedan ser atractivos para el viandante.

Desde la Asociación regional de vendedores de prensa piden una reforma de la ordenanza municipal que regula estos kioskos para poder contar con otra serie de productos para vender y poder disponer de más espacio para ello en la vía pública; unas medidas que, según cuentan, se han puesto en marcha en otras localidades como Málaga, Lorca o Cartagena.

En cuanto al perfil del cliente, reconocen que se trata mayoritariamente de gente mayor que sigue buscando el periódico en papel para informarse. Lo dicen los regentes de kioskos como el de la calle Pío Baroja en el Infante, la calle Cartagena en el Barrio del Carmen , la Merced en la Universidad o la Gran Vía, todos de Murcia. Son los pocos valientes que sobreviven a este cierre paulatino de los kioskos de toda la vida.