Lo último que tenemos es lo del opositor ruso Navalni la bestia negra de Putin y desde hace años uno de los líderes más incómodos para el Kremlin. Su muerte, como la novela de García Márquez, es la crónica de una muerte anunciada. Han pasado ya casi 24 horas desde que conocimos su final y no hay duda de quién está detrás.

No es la primera vez que intentaban acabar con su vida. Ya lo intentaron en agosto de 2020, cuando fue envenenado con un agente nervioso. De aquella se salvó y cuando se medió recuperó en Alemania volvió a Moscú donde fue detenido principios de 2021. Daba igual la acusación. Con su arresto y con penas que acumulaban 30 años, Putin estaba mandando un mensaje muy claro a cualquier tipo de disidente. Por muy valiente que sea, en el mejor de los casos acabará en la cárcel, con todas las papeletas de pagar esa valentía con su propia vida.

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