La historia de Robert Kubica, el piloto de F-1 al que San Juan Pablo II salvó de morir en dos accidentes

Kubica lleva el nombre del pontífice polaco estampado en su casco y una foto suya en el mono de competición. Tiene motivos: le salvó al vida dos veces

Redacción religión

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La vida del piloto de Fórmula 1 y Rally Robert Kubica, de 34 años, es un milagro. El deportista de Polonia ha hecho historia en el mundo del motor. Ha sido el primer polaco en competir y ganar una carrera en la categoría reina del motor. Actualmente, se encuentra en la escudería Williams disputando nuevamente el mundial de F-1. Sin embargo, él mismo reconoce que nada de eso se entiende sin la intervención de San Juan Pablo II, que le salvó hasta en dos ocasiones de perder la vida al volante de un coche. 

La devoción de Kubica por el entonces fallecido pontífice polaco era ya conocida en el circuito profesional. El nombre original de Juan Pablo II, Karol Wojtila, se encuentra estampado en el casco de Kubica y lleva una foto del Santo Padre en su mono de competición. Él mismo atribuye a la intervención del Papa muerto en 2005, en aquel momento futuro beato, el poder seguir vivo y continuar en el mundo del motor.   

Kubica en el GP de Canadá, que conquistó en 2008, el año siguiente de su accidente

Kubica en el GP de Canadá, que conquistó en 2008,  el año siguiente de su accidente 

Gran Premio de Canadá: El escalofriante accidente que pudo costarle la vida

Es 10 de junio de 2007. Se está disputando el Gran Premio de Canadá en Montreal. Robert Kubica, de entonces sólo 22 años, lleva su casco - con el nombre de Juan Pablo II - y conduce su monoplaza BMW a alrededor de 230 kilómetros por hora. A la salida de una de las curvas del trazado, Kubica pierde el control del vehículo, que vuela de la pista en un accidente escalofriante

El coche choca contra las vallas de seguridad. Después del primer impacto, se arrastra por la pista para terminar golpeando contra las protecciones del otro lado de la pista. Lo que queda del vehículo acaba perpendicular al suelo. 

El fórmula 1 quedó destrozado, pero Robert Kubica sólo sufrió una contusión leve y un esguince en el tobillo. La supervivencia del piloto a semejante suceso se atribuyó a la tecnología de protección de la cabina. Otros aseguran que Juan Pablo II tuvo algo que ver

Ronda di Andora: nuevamente, y siempre, Juan Pablo II

Tras una primera etapa en la Fórmula 1 de dos años, Kubica decidió probar una categoría más extrema del motor: los Rallies. Fue al mando de su Skoda Favia en la competición de la Ronda de Andora, en Italia, cuando sufrió otro terrible accidente. El resultado, el quitamiedos de la carretera del puerto de montaña atravesaba el vehículo que conducía a una velocidad estimada de 140 kilómetros por hora. 

El piloto, que tenía entonces 26 años, tuvo que ser trasladado al hospital, donde siete médicos le sometieron a una operación de siete horas de duración. El total de intervenciones de su proceso de recuperación fue de hasta 30. Los objetivos principales eran curar las hemorragias y tratar de salvar su mano derecha, que amenazaba con tener que ser amputada.  

Una semana después hizo una petición más, relacionada con su protector. Desde la cama del hospital, Kubica solicitó al arzobispo de Cracovia que le facilitara alguna reliquia de Juan Pablo II para que le acompañara en la recuperación.

El Cardenal Stanislaw Dziwisz accedió a la demanda de su compatriota. Así, le entregó dos reliquias de Juan Pablo II en un relicario. Se trataba de un pequeño trozo de una de sus túnicas papales y una gota de su sangre. En aquel momento, el pontífice polaco estaba en trámites de ser declarado beato de la Iglesia católica

Kubica regresó a la Fórmula 1 de la mano de la escudería Williams, con su mano derecha intacta. Hoy, Juan Pablo II es San Juan Pablo II, y sigue presente en su casco, en su mono y en las reliquias que le acompañaron en su convalecencia. 

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