Nadia Coppa, presidenta de la Unión de Superioras Generales: "La vida consagrada no puede renunciar a soñar"

La religiosa, por primera vez en España, ha cerrado la 52ª Semana Nacional de Vida Consagrada: "Nos hemos encerrado en nuestras instituciones perdiendo la generatividad misionera"

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“Para lograr lo que deseamos, una vida religiosa generadora, capaz de dinamismo, de transformación, dispuesta a generar un cambio real en sí misma y en la Iglesia, es necesario partir de regenerarnos a nosotros mismos, como personas y como comunidad, abiertos al Espíritu Santo”, comenzó la religiosa adoratriz Nadia Coppa, presidenta de la Unión de Superioras Generales (UISG) en la última ponencia de la 52ª Semana Nacional de Vida Consagrada.

La profesora, por primera vez en España, continuó su alocución advirtiendo que “somos conscientes de que las estrategias, los programas y los proyectos son importantes, pero parece que se nos pide algo más”.



En la búsqueda de una "vida nueva que reavive en las comunidades la frescura de la fecundidad vocacional, la alegría y la apertura misionera de los orígenes”, la joven religiosa italiana, abordó su conferencia enmarcándola en el título ‘Generatividad y esperanza: abiertos a la Misión’ y aludiendo a una fuerte llamada es la fuerza interior, al dinamismo vital de esta peculiar forma de vida y “que no depende de la edad”, subrayó.

El carácter profético, por tanto, de la vida consagrada sigue siendo el elemento esencial”, recalcó. “¡Se es profético si se es generativo!”, exclamó. “Nos hemos encerrado en nuestras instituciones perdiendo la generatividad misionera. Pero, hermanos, la generatividad no se puede encerrar, porque por definición va más allá de nuestras estructuras. A menudo nos vemos incapaces de ir más allá de superar el siempre se ha hecho así”, lamentó.



Viaje en profundidad

“A la actual crisis de fe se añade la crisis de la vida consagrada: envejecimiento, disminución, fatiga…, y hay que añadir que la vida consagrada ha perdido sus espacios de visibilidad”, constató la experta. Para dar respuestas eficaces a estos desafíos, Coppa exhortó a un “viaje en profundidad” a los orígenes de nuestros institutos. “La fidelidad al carisma debe mirar al pasado, pero también debe tener en cuenta el presente y frecuentar el futuro”, añadió. “Si los consagrados pierden de vista su misión, acabarán perdiendo de vista la generatividad”. “Se nos pide ser Evangelio, y ¿por qué tenemos miedo?”.

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Llamados en comunidad

En la cultura actual, algunos estudiosos que reflexionan sobre la generatividad, aplicándola a diferentes contextos y situaciones, infieren que no es un hecho individual, sino sinodal. Así también, para Coppa, “La generatividad nos llama como comunidad de hermanos dispuesta a emprender este hermoso y desafiante camino, convirtiéndose en útero generador de vida”, es decir, “lugar de fecundidad del amor a través no sólo de un proyecto, sino sobre todo como una forma de vida”. No se trata ya por tanto del testimonio individual, “ha de ser el testimonio de una comunidad”, subrayó.

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Esterilidad y fecundidad

“¿Cuántas veces hemos experimentado la sensación de ser estériles, tanto en personal como comunitariamente?, interpeló Coppa. Y sobre todo “¿Cuáles son las causas de esta triste dimensión de la vida?”, abundó considerando a renglón seguido tres posibles factores: “El primero, el miedo”, señaló. “que con frecuencia proviene de la pérdida de control de la realidad”, expuso. “Todo lo que es seguro parece derrumbarse”. En segundo término, Coppa abordó el desafío de la falta de esperanza, a saber “una verdadera sensación de muerte que paraliza”. Finalmente, “el frenesí del hacer”, o lo que es lo mismo, “a medir la vida desde el plano del hacer” entrando en “un círculo vicioso devorador, acentuando el eficientismo cada vez más basado en el dañino control autorreferencial de la realidad”.

Por el contrario, “la fecundidad trasciende la esterilidad y el eficientismo porque va más allá del limitado orden humano de las cosas y del amor y se sitúa en el horizonte de la relación como don, en el horizonte de Dios”. Y es que “la fecundidad está marcada por la lógica del don: fructifica, genera, no produce ni clona. Es abrazar la propia vulnerabilidad, asumirla como recurso para dejar espacio a los demás”.

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Recuperar la dimensión mística de la vida religiosa

Si toda vida cristiana nace del encuentro con la persona de Jesús, la vida religiosa, que tiene un origen profético, no puede surgir y crecer sin una dimensión profundamente espiritual y mística, con la unción del Espíritu”, expuso la religiosa. En un mundo obsesionado por la necesidad de autoafirmación del individuo “nuestra realización pasa por la de los demás”. “Cuando vivimos la mística de acercarnos a los demás con la intención de buscar su bien, ensanchamos nuestra interioridad para recibir los dones más hermosos del Señor”, concluyó citando a la Evangelii Gaudium.

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