La liturgia zairense, presente en la Misa del Papa en la RD del Congo: ¿En qué consiste este rito?

El Papa ha sido uno de los principales impulsores de este rito, que es hasta ahora el único rito inculturado de la Iglesia latina aprobado después del Concilio Vaticano II

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En el aeropuerto de Ndolo, el más importante de Kinsaha está todo preparado para acoger a las decenas de miles de personas que se espera que acudan a la primera Misa que el Papa celebrará en el noveno país africano que habrá visitado en sus casi 10 años de pontificado. Días después, el décimo será Sudán del Sur. Los terrenos que circundan el aeropuerto se están acondicionando a marchas forzadas para albergar al y millón y medio de personas que se espera acudirán a la Misa no sólo desde la República Democrática del Congo, sino también desde países vecinos.

El esfuerzo que se está realizando en materia de seguridad y orden público es gigantesco para conseguir que se cumpla el objetivo principal del viaje: despertar la fe en los que no la tienen y fortalecer la alegría en los que sí. Para la mayoría de la población, no sólo católica, la visita del Pontífice es un sueño hecho realidad. En todo el país hay expectación por recibir una palabra de consuelo y también por curar heridas, que lamentablemente continúan abiertas.

No todos los que desean acudir a la Misa podrán hacerlo, porque las distancias son enormes y son muy pocos los que se pueden permitir comprar un billete de avión de 400 dólares, por lo que, una gran mayoría seguirá tanto la Misa como el resto del viaje desde pantallas colocadas en las respectivas parroquias del país.

El escenario donde tendrá lugar la celebración es el más grande jamás construido en la República Democrática del Congo, y además está equipado con un ascensor para facilitar la llegada del Papa. El coro que acompañará la misa está compuesto por unas 700 personas.

La belleza de un rito, adaptación del rito romano

El Papa Francisco ha sido uno de los principales impulsores del rito zaireño del Misal Romano, que es hasta ahora el único rito inculturado de la Iglesia latina aprobado después del Concilio Vaticano II. En realidad se trata de una adaptación del rito romano para las diócesis de la República Democrática del Congo. Anteriormente el país se llamaba Zaire, de ahí su denominación. En este rito se introdujeron elementos más acordes con el sentir africano, entre otras cosas para favorecer una mayor participación de la comunidad en la liturgia.

En julio de 2022 el pontífice presidió en la Plaza de San Pedro una Eucaristía, a la que estuvo invitada la comunidad congoleña de Roma como detalle de cariño para reparar por haber tenido que posponer su viaje a la República Democrática del Congo. Era la segunda vez que celebraba en este rito, la primera fue el 1 de diciembre de 2019 para conmemorar el 25º aniversario de la capellanía católica congoleña en Roma. De hecho, un año después la Librería Editrice Vaticana publicó el volumen “El Papa Francisco y el Misal Romano para las Diócesis del Zaire”, en cuyo prólogo el Papa subraya que “El proceso de inculturación litúrgica en el Congo es una invitación a realzar los diferentes dones del Espíritu Santo, que son una riqueza para toda la humanidad”.

Durante la ceremonia en el aeropuerto de Ndolo asistiremos a formas de expresar la religiosidad habituales para los congoleños, porque las músicas, danzas y símbolos tradicionales, como las lanzas y productos de la tierra forman parte del día a día de sus celebraciones. La propuesta de la Iglesia pasa por integrar en la liturgia las formas originarias de los diferentes pueblos para que las celebraciones sean fuente y culmen de su vida cristiana y estén ligados intrínsecamente a su vida, subrayando la parte espiritual y dejando al lado lo que pudiera ser simplemente folclórico.

Ya en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, el Papa subrayaba que el cristianismo no tiene un modelo cultural único, por lo que la aprobación de este rito zaireño en 1988 por la Congregación para el Culto Divino enriquece la liturgia sin alterar la naturaleza del Misal Romano, que garantiza la continuidad con la antigua y universal tradición de la Iglesia. Conviene recordar que el apoyo del entonces Cardenal Ratzinger fue decisivo para que se aprobara este rito, el más importante reconocido en África, después de los de Etiopía y Eritrea.

Hay que tener en cuenta que este Misal Romano "inculturado" es fruto de largos años de investigación y de experiencia compartida entre la Santa Sede y la Iglesia en el Congo. De hecho San Juan Pablo II, el 23 de abril de 1988 en su visita ad limina animó a los obispos del Congo a que ahondaran también en el ritual de los sacramentos y de los sacramentales para completar este rito.

Durante este viaje forma parte de la delegación papal Sor Rita Mboshu-kongo, teóloga congoleña de la Congregación de las Hijas de María Santísima Corredentora, una de las principales promotoras del rito zaireño, quien habitualmente trabaja en Kinsaha en proyectos de desarrollo especialmente para las mujeres.

Alguno de los símbolos que hacen único este rito

Lanzas en la procesión de entrada

Durante la procesión de entrada varios jóvenes se sitúan detrás del sacerdote portando lanzas, porque en las culturas africanas el jefe está siempre protegido por su gente y el celebrante representa a Cristo, que es el Rey de reyes. Todo Rey está acompañado por el ejército celestial, que en el rito zahireño está representado por esas lanzas portadas por el pueblo.

Al llegar al altar el sacerdote lo besa cuatro veces, una en cada lado. Cada uno de estos besos está cargado de simbología. El primer beso está dedicado al Señor. Es el saludo de bienvenida. Los otros besos sirven para honrar a los antepasados de corazón recto quienes no tuvieron la oportunidad de conocer el cristianismo, pero se supone que están en el cielo. En ese instante se canta: “Vosotros, nuestros antepasados de corazón recto, que nos enseñasteis la hospitalidad, estad con nosotros cuando Cristo venga a salvarnos”.Tras la monición de entrada no se reza el acto penitencial sino que se hace una invocación de los santos y antepasados, a los que se pide protección.

Un largo canto del Gloria

Mientras se reza el “Gloria”, que puede alargarse hasta 15 minutos, la comunidad, incluido el sacerdote, canta y baila acompañado de instrumentos tradicionales. En África no se concibe una Eucaristía sin bailar, porque se trata de una fiesta. El sacerdote también baila mientras inciensa el altar. Mientras bailan, las manos se mueven de arriba hacia abajo (del cielo a la tierra) como signo de unión entre la Iglesia celestial y la de la tierra.

Durante la liturgia de la Palabra, los lectores reciben la bendición del celebrante y, antes de la lectura del Evangelio, se presenta a la asamblea el libro de la Palabra de Dios. Es entonces cuando se introduce el Kyrie eleison, que concluye con la aspersión del agua bendita sobre la asamblea. A continuación, todos están preparados para el rito de la paz, que se adelanta hasta este momento de la celebración.

Antes del Evangelio, se reza el credo. Después el sacerdote se acerca al ambón, bailando y acompañado de sus lanceros y de fieles que portan velas. El rito zairense puede celebrarse en cuatro lenguas: el kikongo, el suajili, el chiluba y el lingala.

En la colecta cada uno entrega lo que tiene

Antes de la presentación de las ofrendas se realiza la colecta, que en África, en muchas ocasiones se realiza en especie y los fieles entregan verdura, fruta y otros alimentos para ayudar al mantenimiento de los sacerdotes o los más necesitados de la parroquia. Otra de las diferencias es que al final de la Misa, justo antes de la bendición final, se presenta a los recién nacidos. La madre acerca el bebé y el sacerdote lo levanta hacia el cielo mientras recita una oración. Y por supuesto, al finalizar la celebración, todo el mundo acude a saludar al sacerdote y le pide otra bendición.


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