El Papa clama por "una Iglesia servidora de los últimos" sin exigir "expediente de buena conducta"

Francisco ha presidido en San Pedro con la que se cierra la primera parte de la XVI Asamblea del Sínodo. En su homilía pide una Iglesia que sirve al débil y adora a Cristo

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El Papa Franciscoha recordado que la mayor reforma en la Iglesia es “adorar a Dios y amar a los hermanos con su mismo amor”, por encima de cualquier “idea hermosa”. Así lo ha manifestado este domingo, 29 de octubre, durante la Misa con la que se concluye de manera oficial la primera parte de la XVI Asamblea General del Sínodo sobre la Sinodalidad.

En este sentido, el Pontífice hacer hincapié que en la Iglesia ha de ser adoradora del servicio especialmente acompañando “a los frágiles, los débiles y los descartados”, tal y como se recoge de manera destacada en el documento final del Sínodo publicada en la noche del sábado.

Francisco ha continuado su alocución mostrando su preocupación precisamente por quienes peor lo pasan en un contexto mundial de conflictos bélicos o de grandes flujos migratorios: “Pienso en los que son víctimas de las atrocidades de la guerra; en los sufrimientos de los migrantes; en el dolor escondido de quienes se encuentran solos y en condiciones de pobreza; en quienes están aplastados por el peso de la vida; en quienes no tienen más lágrimas, en quienes no tienen voz”, ha subrayado el Papa durante la Santa Misa que ha presidido en la Basílica de San Pedro.

Francisco además se ha mostrado muy crítico hacia quienes tienen “hermosas palabras y persuasivas promesas” para quienes peor lo pasan, cuando realmente “fomentan formas de explotación o no se hace nada para impedirlas. Es un pecado grave explotar a los más débiles, un pecado grave que corroe la fraternidad y devasta la sociedad. Nosotros, discípulos de Jesús, queremos llevar al mundo otro fermento, el del Evangelio. Dios en el centro y junto a Él aquellos que Él prefiere, los pobres y los débiles”, ha advertido.

“Quien adora a Dios rechaza a los ídolos porque Dios libera"

Pero además de servir a los más débiles, el Sucesor de Pedro no ha querido olvidarse de adorar a Dios como fórmula para amar al prójimo, alcanzar la libertad y luchar contra la idolatría: “Quien adora a Dios rechaza a los ídolos porque Dios libera, mientras que los ídolos esclavizan, nos engañan y nunca realizan aquello que prometen, porque son obra de las manos de los hombres. Tienen boca, pero no hablan, tienen ojos, pero no ven”, ha alertado en la homilía.

“Debemos luchar siempre contra las idolatrías; las mundanas, que a menudo proceden de la vanagloria personal, como el ansia de éxito, la autoafirmación a toda costa, la avidez del dinero, la seducción del carrerismo, pero también las idolatrías disfrazadas de espiritualidad: mis ideas religiosas, mis habilidades pastorales. Estemos vigilantes, no vaya a ser que nos pongamos nosotros mismos en el centro, en lugar de poner a Dios”, ha subrayado.

El Papa asegura que durante el Sínodo han descubierto la "belleza de la fraternidad"

Servir a los débiles y adorar a Dios: dos verbos a los que, apunta el Papa, “estamos llamados a soñar en la Iglesia. Una Iglesia servidora de todos, servidora de los últimos. Una Iglesia que no exige nunca un expediente de buena conducta, sino que acoge, sirve, ama”, ha expresado.

Cuestiones que han sido abordadas durante las tres semanas de reuniones de la XVI Asamblea Sinodal. Un proceso que el Santo Padre ha reivindicado, afirmando que “hemos podido experimentar la tierna presencia del Señor y descubrir la belleza de la fraternidad. Nos hemos escuchado mutuamente y, sobre todo, en la rica variedad de nuestras historias y nuestras sensibilidades, nos hemos puesto a la escucha del Espíritu”, ha puntualizado.

El Papa se ha mostrado confiado con que el Señor guiará a la Iglesia y “nos ayudará a ser una Iglesia más sinodal y misionera, que adora a Dios y sirve a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo, saliendo a llevar la reconfortante alegría del Evangelio a todos”, ha concluido.

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