Tomás Romay Chacón

Pionero de la medicina y las ciencias naturales de El Caribe, formado por curas en universidad católica, sigue siendo un cubano poco conocido

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Tomás José Domingo Rafael del Rosario Romay Chacón ( La Habana 1764- 1849), primogénito de 18 hermanos, es considerado en Cuba pionero de las ciencias médicas, e insigne contribuyente al desarrollo de la medicina cubana, las ciencias naturales y la cultura nacional. La educación primaria la recibió de su tío paterno Fray Pedro de Santa María Romay, de la Orden de Predicadores, quien lo instruyó en las primeras letras y bajo cuya tutela estudió en el Convento de los Dominicos, prueba irrefutable contra la mentira de que los misioneros de la Iglesia Católica querían que los nativos permaneciesen ignorantes para aprovecharse de ellos.

Más adelante estudió Latinidad y Filosofía, se graduó de Bachiller en Artes, y comenzó los estudios de Jurisprudencia en el Seminario de San Carlos, otro establecimiento eclesial fundado por los misioneros católicos que dio formacióna los isleños. Finalmente pudo en él más la vocación hacia la medicina, entonces tenida por profesión para la gente baja, de la que obtuvo el título de Bachiller en 1789, comenzando a ejercer tras dos años de práctica en 1791. Ese mismo año ganó la cátedra de Patología en la Real y Pontificia Universidad de La Habana .

El doctor Romay recibió el apoyo del Obispo Espada, titular de la diócesis de La Habana durante tres décadas, quien, además de apoyar la campaña de vacunación de Romay, fue el promotor de importantes reformas sanitarias, de salubridad y urbanísticas en la capital de la isla. Por las aplicaciones prácticas de la ciencia médica que hizo, Romay es considerado también primer higienista cubano, dado que hizo frente a sucesivas epidemias que aquejaron a la isla.

Reformas sanitarias y de salubridad

Una primera acción higienista de Romay fue propiciada por la llegada al puerto de La Habana de la escuadra al mando del General Aristizábal, infectada de fiebre amarilla. Romay se desvivió por combatir la epidemia y ayudar a los enfermos. Como resultado de sus observaciones presentó en la Sociedad Patriótica en abril de 1797 la memoria «Disertación sobre la fiebre maligna llamada vulgarmente vómito negro, enfermedad epidémica en las Indias Occidentales», primer libro científico cubano que le valió el nombramiento de Socio Corresponsal de la Real Academia Matritense.

Pero la acción médica higienista que le cubrió de gloria internacional fue la protagonizada frente a la viruela. El grupo de expedicionarios que permanecieron con el célebre español Francisco Balmis —también científico católico—que capitaneó la primera vacunación internacional contra una epidemia, precisamente la viruela, partieron desde el puerto de La Guayra en dirección a Santiago de Cuba. Llegaron a La Habana el 26 de mayo de 1804, y encontrándose con la grata sorpresa de que la vacuna ya había sido introducida con anterioridad, desde Puerto Rico, precisamente por Tomás Romay y Chacón, que ya había vacunado a más de 4.000 personas.

Y es que previamente Romay había estudiado las experiencias de vacunación contra la viruela de Edward Jenner (1749-1823), farmacéutico y cirujano de Berkeley, Escocia, que ya en 1796 había obtenido éxito en la vacunación. Romay realizó en 1804 sus primeros ensayos de vacunación con sus propios hijos, obteniendo un éxito absoluto. Fue tal la impresión que causó a Balmis el buen hacer de Romay que le presentó al Gobernador de la isla, Pedro Salvador Muro y Alonso, marqués de Someruelos, y le dijo que se formara la Junta Central de la Vacuna en Cuba y que Romay fuese su presidente. Balmis dejó varias copias de su traducción de Moreau de la Sarthe para la instrucción de los facultativos y fue nombrado Profesor distinguido por la Sociedad Económica de la Habana, en reconocimiento a su labor. Por su parte Romay recibió de parte del rey en 1805 el honroso título de Médico de la Real Familia, por su trabajo como introductor y propagador de la vacuna. Pero realizó otras acciones como higienista.

Otras epidemias

Finalmente se enfrentaría a la epidemia de cólera de 1833, que produjo en un solo día 435 defunciones en La Habana. Romay, con 69 años entonces, se desvivió por atender a los enfermos, y perdió una hija.

Además a Romay se le considera promotor en Cuba de la química, botánica, y educación en general. Contribuyó de manera determinante al progreso de la apicultura o industria de la cera, propició la creación del Jardín Botánico y abogó al más puro estilo católico por la enseñanza primaria gratuita, predicando con el ejemplo al costear él mismo escuelas.

Recibió títulos y distinciones como Miembro Corresponsal de la Real Academia de Medicina de Madrid, Médico de la Real Cámara, Catedrático de Clínica de la Real Universidad Pontificia de La Habana, Presidente e Individuo de Mérito de la Sociedad Económica de Amigos del País, Miembro de la Comisión de Vacuna de París y de las Sociedades Médicas de Burdeos y Nueva Orleans y Caballero Comendador de Isabel la Católica.

No está mal para ser un profundo católico formado por un fraile dominico y en una universidad pontificia de la que fue profesor ¿verdad?

CONTRA FACTUM NON VALET ARGUMENTUM


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