85 aniversario del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el CSIC

Recordar los orígenes católicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) vuelve a ser de interés en este su 85 aniversario

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El próximo mes de noviembre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cumplirá 85 años, siendo la mayor institución científica del mundo fundada por científicos católicos en el siglo XX. Presentar la parte de la que no se habla sobre esta efeméride es el propósito de esta firma, que puede contribuir a desenmascarar la leyenda progre, que no es otra cosa que el discurso sin base científica que pretende convencernos de que en la España contemporánea la Iglesia Católica ha sido enemiga de la ciencia

Fue en 2006 cuando publiqué mi primer artículo sobre los orígenes católicos del CSIC, en un semanario tristemente desaparecido que se llamó ‘Alba’, en el que estrené un slogan que sigo manteniendo y que elegí porque introduciéndolo en Google apenas daba enlaces. Hablo de ‘católicos y científicos’ con el que empezaba el título del mencionado artículo ‘Católicos y científicos: el CSIC’, que nunca subió a internet, y en el que decía:

A menudo los católicos sufrimos una especie de complejo, que nos lleva al convencimiento de que lo poco que hemos contribuido a la historia de la ciencia ha sido para ralentizar o impedir su desarrollo. Creo que a la base de este complejo hay sobre todo ignorancia. Es un hecho concreto e histórico poco discutible que para la transmisión del saber clásico, frente a las invasiones bárbaras, la labor llevada a cabo en los scriptorium de los monasterios y en las escuelas de traductores católicas fue poco menos que imprescindible. Del mismo modo, habría que faltar seriamente a la verdad si se negase que las primeras universidades fueron fundadas por la Iglesia Católica. Pero esta contribución llevada a cabo la mayor parte de las veces por presbíteros, religiosos, religiosas e incluso el mismo Papa, lejos de haber desaparecido sigue vigente, llevándose a cabo de forma creciente por laicos. Tal es el caso de la creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El CSIC es el mayor organismo público de investigación científica de España. Fue creado por Ley de 24 de noviembre de 1939. Ya en el texto de dicha ley se hacía mención a la intención de llevar a cabo en este nuevo organismo “...la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias...” conjugando “...las lecciones más puras de la tradición universal y católica con las exigencias de la modernidad”. Su primer presidente, y entonces ministro de Educación Nacional, D. José Ibáñez, subrayó en 1940 que “...concebimos la ciencia española como esfuerzo de la inteligencia para la posesión de la verdad, como aspiración hacia Dios exclusivamente para la verdad que nos hace libres, para aplicar su esfuerzo intelectual a llevar a Dios dentro de sí...” sabiendo que “...vana es la ciencia que no aspira a Dios...”. El CSIC llevó a cabo en una época extremadamente difícil y en un tiempo récord la profesionalización de la ciencia, mediante la creación de las profesiones del colaborador científico, investigador científico y profesor de investigación, categorías vigentes hasta la actualidad. Además promovió la descentralización de dicha actividad y su expansión por toda España, así como una importante tarea de formación de científicos en el extranjero, que alcanzó cotas sin precedentes. Desarrolló una investigación básica y aplicada, tanto en ciencias puras como en humanidades.

De carácter multidisciplinar, abarca todos los campos del conocimiento, tanto técnicos como sociales, desde la investigación básica hasta los más avanzados desarrollos tecnológicos. Entre sus funciones se incluyen la investigación científica y técnica de carácter multidisciplinar, el asesoramiento científico y técnico, la transferencia de resultados al sector empresarial, la contribución a la creación de empresas de base tecnológica, la formación de personal especializado, la gestión de infraestructuras y grandes instalaciones y el fomento de la cultura de la ciencia.

Dada su envergadura, el CSIC debe ser considerado como una de las más importantes aportaciones de la Iglesia Católica española al desarrollo de la ciencia, llevada a cabo en su inicio por laicos que lo pusieron en marcha tales como su primer presidente, D. José Ibáñez Martín, o su primer Secretario General, D. Jose María Albareda.

Al poco tiempo pude hacerme eco de esta noticia en ‘L’Osservatore Romano’

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La fundación del CSIC tuvo lugar gracias a la colaboración de José Ibáñez-Martín, político del a II República perteneciente a la Asociación Católica de Propagandistas, y al científico Jose Mª Albareda Herrera, perteneciente a la misma realidad eclesial, que acabó formando parte del Opus Dei y siendo ordenado sacerdote de la Iglesia Católica y, con el tiempo, rector de la primera universidad privada española de la era moderna, la Universidad de Navarra. Ambos tuvieron en común el huir del Madrid del Frente Popular para evitar ser asesinados, el primero acompañando a su esposa e hijitos pequeños, y el segundo nada menos que a san Jose María Escrivá de Balaguer. La conmemoración de los aniversarios de la fundación del CSIC han sido celebradas cuando los gobiernos de turno no formaban parte de la herencia ideológica del Frente Popular, salvo el tímido y tardío recuerdo del cincuentenario realizado siendo presidente del gobierno Felipe González.

Y muchos católicos pensando que la Iglesia ha sido mala con la ciencia y sin conocer este tema: ¡lo que son las cosas!.

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