La historia de la Virgen de Guadalupe: venerada por Cristóbal Colón y convertida en reina de la Hispanidad

Patrona de Extremadura, su popularidad creció también en América gracias a que el descubridor de América llevaba siempre consigo una réplica en sus viajes al Nuevo Continente

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El pasado 2 de agosto se abrió la puerta santa en el Santuario de Guadalupe. Por tanto, se dio comienzo a un Año Jubilar Guadalupense donde se están llevando a cabo varias iniciativas interesantes como la que ha empezado hoy con la Peregrinación Virtual al Santuario.

Guadalupe es el nombre de un río pequeño y de una Virgen negra ilustre que apareció a finales del siglo XIII. La Virgen fue venerada por Cristóbal Colón en sus viajes y convertida en reina de la Hispanidad.

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La imagen de la Virgen de Guadalupe

La existencia de este Monasterio y Santuario está estrechamente ligado al origen de la imagen de Santa María de Guadalupe, y por tanto es esta el motivo de su construcción y de su expansión por todo el mundo. La escultura de la Virgen de Guadalupe es una antigua talla en madera de cedro oscura catalogada dentro del grupo de Vírgenes Negras de la Europa occidental. En cuanto a su origen, hay versiones que dicen fue tallada en el siglo XII, la eclesiástica afirma que data del siglo I del cristianismo, hecha por San Lucas, quien murió en Asia Menor y fue enterrado con la imagen.

Más tarde, los restos del santo fueron trasladados a Constantinopla y la efigie llevada a Roma por el cardenal Gregorio, el mismo que posteriormente se convirtió en Papa. Así, la Virgen fue colocada en el nicho del oratorio del Papa Gregorio Magno. Una vez salió en procesión con el fin de erradicar una peste que aquejaba a la población y las oraciones fueron escuchadas. Luego, Gregorio Magno envió la imagen a San Leandro, arzobispo de Sevilla y fue acomodada en la iglesia principal.

En el 711 dio inicio la invasión árabe, algunos clérigos huyeron llevando consigo a la Virgen junto con otras reliquias que escondieron cerca del Río Guadalupe, ahí permanecieron quinientos años. En el siglo XIV, durante la reconquista y la expulsión de los moros, la divina imagen volvió a ver la luz.

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Gil Cordero, el vaquero de la Virgen de Guadalupe

Ya en pleno siglo XIV y casi finalizada la reconquista cristiana cuando reinaba en Castilla Alfonso XI andaba el vaquero cacereño Gil Cordero en compañía de otros pastores guardando su ganado en una dehesa llamada Guadalupe, cerca del río del mismo nombre. En un momento dado Gil Cordero se da cuenta que había perdido una vaca y salió inmediatamente a buscarla, al rato descubrió el cadáver del animal junto a la ribera del río Guadalupe, desconsolado decidió aprovechar su piel y al sacar la navaja para despellejar al animal volvió a la vida ante la mirada atónita del vaquero. En ese momento la figura de una mujer envuelta en luz que se identificó como la Virgen se le apareció diciéndole de buscar su imagen en el lugar donde estaba la vaca muerta.​

Obedeciendo los designios divinos, Gil Cordero marchó a Cáceres y dio cuenta de lo sucedido tanto a las autoridades civiles como religiosas, pero nadie le creyó. Llegó a casa turbado por todo lo que le había ocurrido y se encontró a su mujer en compañía de algunos clérigos y vecinos llorando desconsolada, su hijo había fallecido. Mirando el vaquero fijamente a su primogénito yaciente recordó como la Virgen había resucitado a la vaca y sin pensarlo demasiado hincó la rodilla en el suelo encomendándose a Nuestra Señora. Ante la mirada atónita de todos los presentes, el joven se levantó, como quien despierta de un sueño, todos quedaron maravillados de tan grandioso milagro

Y dicho esto, les contó lo que le había sucedido junto al río Guadalupe. Aquel prodigio fue tan sonado que llegó a oídos de todos aquellos que no le creyeron en su anterior pregón. Y tanto sacerdotes como vecinos del Cáceres le acompañaron al lugar donde se le apareció Nuestra Señora.

Cavaron donde Gil Cordero se encontró el animal muerto, y tal y como se predijo, no demasiado profundo, encontraron un pequeño sepulcro de mármol con una figura de la Virgen, acompañada otras reliquias y de unos documentos que contaban su historia de la imagen desde su creación a cargo de San Lucas hasta su posterior entierro por clérigos sevillanos en este lugar. Sacaron la imagen de la Virgen junto a las demás reliquias e hicieron una humilde choza de piedra y en su interior juntando algunas piedras crearon una especie de altar poniendo sobre él la imagen de la Virgen y quedando Gil Cordero y su familia como guardadores de la ermita.

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La devoción de Cristóbal Colon a Nuestra Señora de Guadalupe

Posteriormente, la historia fue conocida por el rey Alfonso XI que visitó la humilde ermita y mandó ampliarla para que se trasformara en un templo digno de la devoción de la Virgen de Guadalupe. En 1389 el monasterio fue confiado a la Orden de los Jerónimos, siendo actualmente regentado por los Franciscanos.

A finales del siglo XV, la popularidad de Nuestra Señora de Guadalupe creció gracias a la especial veneración sentida por Cristóbal Colón, que llevaba consigo siempre una réplica en sus viajes al nuevo continente. Cuenta la leyenda incluso que los días previos a su primera expedición americana Colon oró en el interior de la ermita de Guadalupe. Su devoción debió ser tal que al descubrir la Isla Karukera, en 1493 le cambió el nombre por el de Guadalupe.

Bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe se conquistó el Nuevo Mundo. Existen además varias advocaciones marianas bajo el título de Virgen de Guadalupe en México, Bolivia, Uruguay, Perú, El Salvador, Filipinas y España.

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