SANTORAL 29 DE MARZO

El monje que sembró la fe y la unidad en los conventos en una Europa en guerra

San Eustasio predicó por el Viejo Continente, llegando hasta Suiza. Cuando se asentó en el monasterio, con su ejemplo, logró 600 vocaciones para Dios

Jesús Luis Sacristán García

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La Cuaresma siempre es una entrada en el desierto que nos ayude a buscar esa paz perdida a causa de nuestros pecados. La división trae guerras y hay que luchar en la etapa cuaresmal para llegar a la armonía que solamente puede traer Dios. Y en esta jornada, precisamente, la Iglesia nos presenta a San Eustasio de Lüxeil, que entendió bien de paz y concordia frente a las guerras que asolaban Europa. 

Nacido en Borgoña en la segunda mitad del siglo VI, fue discípulo de San Columbano, monje irlandés que había marchado de su tierra hacia Las Galias, llegando, incluso, a Italia. Eustasio tiene ganas de vivir al estilo de los grandes anacoretas orientales, ingresando en el Monasterio de Lüxeil, a cuya vera nacieron otros conventos de gran categoría y entre los cuales surgió el apoyo para tener una auténtica armonía. Algunos problemas habrá con la reina, reaccionando Columbano.

La paz anterior se rompe y Eustasio se quiere marchar a Austrasia, lugar fundado por los merovingios. Unido a Columbano, marcha a predicar la Palabra de Dios a orillas del Rhin, llegando hasta Suiza. A su regreso, nombra a Eustasio Abad de Lüxeil, época llena de grandes frutos espirituales y humanos, debido a la madurez, alcanzada por el propio santo. Como consecuencia de ello, hasta seiscientos varones sienten la llamada de Dios a la vida contemplativa. 

Pero llega la prueba al monasterio donde, alguno de los monjes, imbuido de una relajación de costumbres, insiste en predicar quedando fuera de los claustros. Al final la sapiencia del Abad logra poner orden a un conflicto que se agravaba por momentos. Sin embargo su salud se deteriorará, pero él lo lleva ejemplarmente. Muere en el 625.

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