A pesar del optimismo que había suscitado un posible alto el fuego en Gaza, lo que parece inminente ahora es una ofensiva terrestre en Rafah. Una operación que sería una tragedia dentro de la tragedia. Rafah es la ciudad que está más al sur de la franja. Antes del inicio de la guerra tenía una población de unos 280.000 habitantes, ahora tiene 1,4 millones. Se ha convertido en el mayor campo de desplazados del mundo. La gente vive en tiendas, muchos sin comida y sin agua potable. Se han desplazado en varias ocasiones desde que comenzó la Guerra. Naciones Unidas afirma que cientos de miles de personas están en riesgo inminente de muerte.

Netanyahu no ha obtenido ninguno de los tres objetivos que tenía desde que empezaron los ataques. Ni ha destruido a Hamas, ni ha conseguido la liberación de los rehenes, ni ha dado más seguridad a los israelíes. La invasión terrestre de Rafah es una huida adelante. Se hace en contra de las advertencias de EE UU, de la ONU y de las organizaciones humanitaria.

Netanyahu, al dejar a Gaza en una ruina difícil de imaginar, está destruyendo los cimientos de la oposición social y política a Hamás. La entrada en Rafah supondría el cierre del paso fronterizo con Egipto por el que entra la mayor parte de la ayuda humanitaria. El ejército israelí ha pedido a los desplazados en la ciudad que vuelvan a marcharse. Pero es que no tienen a dónde ir.