Santoral

Domingo de la Octava Pascual: Blancura y Misericordia

El hilo conductor del Evangelio nos presenta a Cristo que se aparece a los Apóstoles, que se llenan de alegría.

Hoy, segundo Domingo de Pascua y último día de la Octava Pascual, seguimos viviendo el Misterio del Señor Resucitado. Como en el Domingo de Resurrección, la Iglesia recuerda la incorporación a Cristo por el Bautismo, con el rito de la aspersión del agua, mientras el Cirio seguirá encendido a lo largo de toda la Cincuentena Pascual, hasta el 5 de junio, Solemnidad de Pentecostés. El hilo conductor del Evangelio nos presenta a Cristo que se aparece a los Apóstoles, que se llenan de alegría.

Tomás no está y duda cuando se lo cuentan los demás. Por eso el Resucitado se aparece estando él también y deja que le toque en su llagas por lo que Tomás cree profundamente. Pero esta jornada, viene marcada también por la Fiesta de la Divina Misericordia, que fue instaurada en el año 2000 por el Papa San Juan Pablo II. Dicha festividad se basa en las revelaciones del Señor a la monja polaca Santa Faustina Kowalska, encargada de difundir esta devoción.

En sus encuentros místicos con la religiosa, Cristo le mostró el corazón como Fuente de misericordia, pidiéndole que se celebrase. En tan sólo 33 años de vida tuvo una grata experiencia de Fe y encuentro con el Señor Misericordioso. No en vano, el propio Juan Pablo II, dedicó la Encíclica Rico en Misericordia a este Misterio. Los apóstoles de la Divina Misericordia, son sacerdotes, religiosos y laicos unidos para vivir el amor misericordioso de Dios desde la verdadera unidad fraterna y su proyección a los más necesitados, los pecadores.

Esta familia espiritual, a la que el Señor pidió que hiciesen al menos una obra de misericordia diaria, obtuvo aprobación en Cracovia el año 1996, y actualmente se encuentra en 29 países. Incluso Karol Wojtyla muere el 2 de abril del año 2005 coincidiendo con las primeras vísperas de la Divina Misericordia ese año. También se denomina Domingo “In albis” porque los nuevos bautizados entraban con las vestiduras blancas que les impusieron al bautizarles en la Vigilia Pascual.


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